El Paraninfo de la facultad de Historia se tiñó de romanticismo.Manuela Mena abordó un tema técnico y complejo con una transparencia envidiable, pese a no mojar la garganta en los casi noventa minutos de ponencia. Nostálgica, revivió su coqueteo con Harvard. Apasionada por la Universidad le costó desvincularse de la docencia cuando se presentó la irrechazable oferta del magnánimo Museo del Prado.“Decisión difícil pero acertada”.
Goya no es un pintor romántico pero quizá fue más de lo que siempre se pensó. Veamos ejemplos. En el precoz Cristo Crucificado se sobrepasa la expresividad y sensibilidad mostrada hasta entonces. Dentro de la serie de Los Caprichos hay un grabado de título estremecedor, Porque fue sensible, en donde se representa a una chica que acaba entre rejas por perder la razón.
Nada más romántico que el desolador paisaje iluminado por la luna en el aguatinta El Gigante sentado. El agarrotado capta el sufrimiento del antihéroe. En este sentido, escalofriante es la ejecución con guillotina ante un sacerdote pintada en Castigo francés. La carga de los mamelucos es un torbellino de violencia desorbitada; y como “el que a hierro mata a hierro muere” Los fusilamientos ya representan venganza gala y llanto hispano en busca de clemencia. Revolucionario y atroz Saturno devorando a sus hijos, mensaje velado hacia ese monarca que reprimía la libertad.Un autorretrato de 1795 se anticipa tres décadas a un cuadro sospechosamente parecido de Girodet; el cabello alborotado desprende la fragancia mitómana de la imagen de Camarón ó Ernesto Guevara.El genio aragonés se interesó por la locura con anterioridad a que la popularizara Géricault. Se nota el influjo de Delacroix cuando, ya octogenario, pintó al banquero Muguiro.
Pero,el huevo o la gallina, su marinero perfilado es precursor del retrato inmortal de Chopin. No es verdad que en el ocaso de sus días adoptase una fase oscura; el grabado Aún aprendo demuestra que nunca dejó de buscar inspiración.
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