*Presentación del libro El monte o la muerte de Santiago Macías
en la Facultad de Historia de la USC (7-II-22)
Promovido por Lourenzo Fernández Prieto y el Grupo Histagra
Era cazador y jornalero por lo que conocía muy bien los
montes. Curiosamente había sido guía de caza de Queipo de Llano. Su filiación
política era de la UGT.
Desde 1936 apenas volvió a su pueblo. Pero es falso que estuviese preparando sus documentos para irse de España. Nunca quiso irse.
Fue la primera persona que se echó
al monte. Ya huyó el 25 de julio del 36, una semana después de iniciar un
conflicto que no se sabía lo que iba a durar. Buscaban a los hermanos Girón, a
Manuel Losada y Nemesio Fernández, que fue asesinado ante su mujer sin tiempo
para dar explicaciones. El primer destino fue Cabrera, comarca al sur del
Bierzo.
Dicen que Girón murió varias veces. Tenía que estar alerta pues sabía lo que había ocurrido a compañeros como Parra, ejecutado a garrote vil en León.
En 1940 unos guerrilleros fueron a Castropodame a
visitar a un médico que había sido verdugo falangista. Abrió fuego contra ellos
y mató a uno. Pensaron que era Girón. Fueron a buscar a su hermana Emilia para
que reconociera el cuerpo. Era analfabeta pero muy inteligente. Dijo que sí
pero él no estaba inmerso en este suceso.
La segunda ocasión fue en Porto,
en la sierra de Zamora. Un encuentro entre guerrilleros y la Guardia
Civil. A uno de los primeros le explotó una granada que probablemente llevaba
mucho tiempo encima. Su rostro quedó desfigurado. En esta ocasión preguntaron a
unos pastores y, como siempre estaban del lado de los fugados, también
afirmaron que el caído era Girón. Se sabría después que era el histórico
Juan Antonio Vega Seoane.
La tercera muerte de Girón fue en 1949. Un delator avisó de
que pasarían nueve guerrilleros. La verdad es que nunca se movían en
grupos tan grandes, solían ir por parejas y separados 50 ó 100 metros de sus
compañeros. Dos de ellos fueron abatidos. Uno era de una familia famosa
de Soulecín y el otro era más desconocido. El falangista que reconoció el
cadáver se confundió.
Miguel Arricivita supo entonces que el único modo de atrapar a
Girón era introducirse en su grupo. José Rodríguez Cañueto fue el topo y
verdugo de Girón. Era un testigo incómodo. Murió poco después en Sevilla
atropellado, quizá no accidentalmente, por un camión.