*Festas da Ascensión (28-5-2014)
Era tarde. No había
anochecido. Andrés vino a cantar. A mirarnos a los ojos casi sin decirnos nada.
Estética tuareg. No quiso danzar.
Suficiente tenía con escoger guitarra, teclados o maracas.Fluyó sin
forofismos. Ni Maradonas ni Medias Verónicas. Pero un argentino no
olvida jamás el setenta y ocho ni el Estadio Azteca. Un nostálgico lucía la
elástica vintage de Caniggia. No alabó al Apóstol, no bendijo nuestra ciudad
espiritual, no elogió el pulpo á feira. Su
anaranjado cefalópodo observaba el
panorama desde el pie de micro. Muchos
locos fumando un porrito.
“Bohemio podría traducirse por gallego”, que es como el porteño. Nos ofreció cuatro temas consecutivos de su nuevo trabajo. No muchos lo conocen. No leyó a Joyce o Proust. Nada más inspirador que las espinas del desamor. “Le robé palabras a tu ausencia para tratar de seguir”. En la soledad germina la esperanza. “Vayamos pintados con sangre de los dos. Siempre”.
Una fan se mostraba
decepcionada con la línea chill out. “No sé si cortarme las venas o dejarlas
largas”. Y el compositor, sesenta
minutos afinando las cuerdas vocales, sacó coraje y extendió las uñas del
rencor. “De tu mano me voy a soltar… Te
ofrezco una montaña de horror”. Llegó el rock and roll. Empezó
a tocar en La. Sin Documentos no pasa
de moda. Las nubes cobraron nostalgia. Regaron con esmerada sutileza. Revoloteó
la Paloma blanca del recuerdo.“Quiero
vivir dos veces para poder olvidarte”. Y, como Dios lo planeó, hizo un guiño a
Billy Preston.
Para finquitar la
visita un recuerdo a Los chicos que
les tocó a ir arriba antes que yo. Cañero himno con coros pegadizos para
dejarnos con ganas de más. Quintana de
Mortos honró a sus difuntos. Un sentido pésame por Urquijo, Antonio Vega, Paco
de Lucía o al guerrillero loco que mataron en Bolivia. Ya volviera con la
frente marchita a los tangos de Gardel. No lloramos a Elvis que sigue vivo.Saludo
taurino.Besó el suelo el Sumo Pontífice.Ya no tenía prisa por marchar.