Primer asalto de la finalísima por el título. Los primeros veinte minutos tuvieron dos actores principales en la pintura. Tomic acaparó el juego interior del Madrid en otra noche confusa de Begic y Reyes. El Regal contrarrestó con un espléndido Lorbek, que anotó todos sus tiros de dos además de un par de triples.
Sada, de espaldas y contra tablero, sumó la última canasta antes del descanso que impedía que los visitantes acabaran de despegarse; de sicológica poco porque el tercer cuarto se inició con torrija azulgrana. Los ojos de Pascual se tiñeron de rabia con la tercera personal de Pete Mickeal y la posterior a Wallace, demasiado ocupado en mascar chicle . Entre medias, un silbato anónimo confundía a los suyos, fuego amigo, y convertía a Jaycee en el más listo de la clase. Sólo Juan Carlos,el orgullo del escudo, consiguió maquillar la tragedia.
El Chacho tuvo una inspiración fugaz. El Madrid mantenía rentas,trece a falta de seis. Supersticiosos o no, Pete Michael se autoinvitó a la fiesta.Su adaptación bárbara. A falta de un minuto Navarro igualaba el electrónico y su duelo triplista con Carroll. Los líderes barbados asumían la responsabilidad del éxito o el fracaso.A Llull no le tembló el pulso en los tiros libres y Navarro respondió con un triple que no entró. Turno del menorquín que jugó con más intención de quemar segundos que de anotar. Eidson cogió el rebote y se la cedió a Marcelinho que inició una estampida sin ley. Había errado sus tres ensayos pero hubo de lanzar a mitad de una atropellada carrera. El balón con el empuje del Palau quiso caer dentro del cesto. Sin opción a réplica. Nada más aterrizar recibió el peso de la gloria. Carroll se agachó; Llull tapó la sien con sus palmas. Laso buscaba culpables. La explicación, el Madrid moría con un arma blanca. 
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