*Conferencia de Paloma Alarcó sobre Edvard Munch
para conmemorar el 150 aniversario de su nacimiento
Unas figuras enganchadas y casi abstractas componen El Beso. Es un tema recurrente, como vemos en Géricault, Hayez o Rodin. También Klint quedó eclipsado por su obra más legendaria.
para conmemorar el 150 aniversario de su nacimiento
Escribía diarios y
poemas. Pero al final se decantó por la pintura. Pronto su conservadora familia
se vio teñida por la tragedia. Su madre y hermana murieron de tuberculosis. En La niña enferma ya muestra su angustia
existencial. En sus escapadas a París conocerá la obra de los impresionistas y
se interesa por Gustav Caillebotte. Se sintió luego muy a gusto en Berlín donde
aprendió a hacer xilografías y se relacionó con escritores en las tertulias del
“Cochinillo Negro”.
Un claro anticipo de El Grito, aunque menos expresivo, es Desesperación, composición que plantea el mismo motivo y donde ya
aparece la barandilla oblicua.
Su obra culmen forma parte del Friso de la Vida, conjunto de cuadros independientes concebidos para ser expuestos juntos. Está ambientada en Ekeberg, zona ajardinada al borde del fiordo de Cristianía, la actual Oslo. La naturaleza se deforma por ese chillido ensordecedor. La puesta de sol adquiere un matiz aterrador. Supone un desafío a Schopenhauer que había afirmado que no se podía representar un grito en pintura; es la demostración de que luz y color pueden, como ocurrirá en Kandinsky, evocar un sonido. Este podría ser uno más de sus muchos autorretratos. También recuerda a una escultura peruana de la Exposición Universal de París de 1889, que imitó Paul Gauguin en su ¿De dónde venimos?¿Quiénes somos?¿Adónde vamos? Tan idolatrado ha sido El Grito que lo versionó hasta Andy Warholl, artista que se peinó en blanco y negro y coloreó en arco iris.
Su obra culmen forma parte del Friso de la Vida, conjunto de cuadros independientes concebidos para ser expuestos juntos. Está ambientada en Ekeberg, zona ajardinada al borde del fiordo de Cristianía, la actual Oslo. La naturaleza se deforma por ese chillido ensordecedor. La puesta de sol adquiere un matiz aterrador. Supone un desafío a Schopenhauer que había afirmado que no se podía representar un grito en pintura; es la demostración de que luz y color pueden, como ocurrirá en Kandinsky, evocar un sonido. Este podría ser uno más de sus muchos autorretratos. También recuerda a una escultura peruana de la Exposición Universal de París de 1889, que imitó Paul Gauguin en su ¿De dónde venimos?¿Quiénes somos?¿Adónde vamos? Tan idolatrado ha sido El Grito que lo versionó hasta Andy Warholl, artista que se peinó en blanco y negro y coloreó en arco iris.
Unas figuras enganchadas y casi abstractas componen El Beso. Es un tema recurrente, como vemos en Géricault, Hayez o Rodin. También Klint quedó eclipsado por su obra más legendaria.
La Danza de la vida influirá en los expresionistas alemanes y los fauves. Tiene una visión darwinista y finisecular de la vida.
Estamos aquí para nacer, amar, sufrir y morir.Y misógina; la mujer es quien
embauca al hombre. El amor sólo provoca ansiedad, angustia,
celos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario