Foro sobre Memoria, Identidad y Mundo.
Centro de Estudios Avanzados de la USC (20-4-2016)
María Delgado es especialista en teatro, performance y cine.Investigó la figura de Almodóvar.
¿Quién mejor que una hija de refugiados políticos para indagar en la
desaparición de Lorca?
Basta un ejemplo
para que veamos diferencias notables. El funeral de Víctor Jara fue público. Su
viuda, Joan Turner, estuvo acompañada por la presidenta Michelle Bachelet. “Un
acto de amor por todos nuestros muertos”. Una postura política muy antagónica a
la que se dio en España con Federico. Aunque fuera treinta y seis años después
del asesinato del cantautor chileno.
Al autor de La Casa de Bernarda Alba lo mataron un
mes después del inicio de la Guerra. Fue un 18 de agosto a primera hora de la
mañana entre Víznar y Alfacar. Compartió
último destino con el maestro cojo Dióscoro Galindo González y dos
banderilleros anarquistas, conocidos como Francisco Galadí Melgar y Joaquín Arcollas Cabezas. Supuestamente, todos estos paseados fueron
aniquilados por las Escuadras Negras.
Alguien declaró que estaban en una “zanja estrecha uno encima del otro al pie
de un olivo.” Lorca se convertía, en palabras de Dalí, en “el más simbólico de
todos los muertos.”
En 1940 la familia
de Lorca se hizo con un certificado de defunción. En el motivo del deceso se
leía “por heridas producidas por hecho de guerra”. Como si se tratase de una
víctima inevitable de un conflicto fratricida que dejó 400000 muertos. Aunque ya se sabía que no fuera por una bala
perdida en la batalla.
El Franquismo
conmemoró sus propios muertos con pompa y ceremonia en El Valle de los Caídos. Pero tras el pacto con Eisenhower en 1953 el
Régimen pulió su imagen internacional. Al hacer públicas las fotografías de
Franco de vacaciones se quiso instaurar la imagen de un “gobernante benévolo”.
Videla y Pinochet admiraron al ferrolano e imitaron ese modelo. “Pero solo hubo
más desapariciones que aquí en Camboya”. Se vendía la aquitectura, los toros…
Se consiguió que los turistas pasasen de 1 millón en 1950 a 30 en 1975. Manuel
Fraga, ministro de turismo entre 1962 y 69, fue el que potenció la campaña
“Spain is diferent”. Quiso marginar el monográfico de Gibson. El hispanista irlandés, nacido tres años
después del magnicidio, ya se había convertido en el principal biógrafo de
Lorca. Y es que en los años 50 y 60 los
que más indagaron en las circunstancias del crimen fueron principalmente
historiadores extranjeros. El norteamericano Agustín Penón hizo hallazgos in
situ en los 50 pero no se publicaron hasta los 90 cuando ya había fallecido.
En 1966 el Diario
ABC rescató el caso en su treinta aniversario pero con la intención de absolver
toda responsabilidad del Régimen. Durante el Franquismo siempre se quiso
despolitizar la muerte de Lorca e incluso silenciar su homosexualidad. El catalán José Luis Vila-San Juan tuvo una
visión conciliadora acerca del asesinato.
En la Transición
floreció una política de reconciliación. Todo se selló en la Ley de la Amnistía
del 77. No se podía ser juzgado por los crímenes de la Guerra Civil. Tocaba
hacer la vista gorda y mirar hacia delante.
En este momento se
publicaron nuevos estudios sobre la grandeza literaria de Lorca. Se publicó en
el 83 Sonetos del Amor Oscuro pero se
omitió de forma deliberada el adjetivo del título.
En Granada se
generó una industria lucrativa aprovechando su figura. La casa natal de Fuente
Vaqueros abre sus puertas en 1986, medio siglo después de su óbito.
Al año siguiente
TVE coprodujo una miniserie del director Juan Antonio Bardem, que había sido
uno de los más censurados durante el franquismo. Se transmite la universalidad
de Lorca pero se difuminó su acento andaluz y condición sexual. Su asesinato
parece un acto redentor.
Se adaptan al cine Bodas de Sangre, Carlos Saura en 1981, y
La Casa de Bernarda Alba, Mario Camus
en el 87, con el claro objetivo de vender la marca Lorca internacionalmente.
En el 90 emergieron
las grietas en el legado sociológico del Franquismo. Los supervivientes
crecieron en la cultura del silencio pero los nietos comenzaron a preguntar por
el exilio y la represión. Les importaba la memoria histórica de los torturados,
encarcelados y asesinados.
El PP de Aznar
(1996-2004) trató de evitar las peticiones de exhumación de cadáveres de la
Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. El presidente de dicha
entidad, Emilio Silva, ya calificaba de “huesos silenciosos” los restos del
granadino. En 1998, aniversario del nacimiento de Federico, José María llegó a
afirmar “Que nadie saque viejas historias pues la poesía no tiene ideología.
España hoy se llama Federico.” El presidente fusionaba amnistía con amnesia.
A principios de
milenio el cine español caía con frecuencia en tintes fantásticos y
fantasmagóricos. Así son películas como El
Espinazo del Diablo o El Orfanato.
Marta Osorio y
Miguel Caballero investigan la muerte.
Lorca ya se había convertido en la cara pública de los desaparecidos. En
el ABC se lamentaban de que “afanosos removedores de huesos” siguiesen la
búsqueda “de un Santo Grial republicano”. Se hicieron paralelismos con Jesucristo.
Con voluntad mística. Nace un Santo Profano. “Bardo Mesiánico” le había llamado
Luis Cernuda.
Zapatero introdujo
en 2007 la Ley de la Memoria Histórica. Retira los símbolos franquistas de las
calles, como la estatua del Generalísimo de Santander en diciembre de 2008.
Garzón declaró en
octubre del 2008 los actos represivos del franquismo como crímenes contra la
Humanidad. Quería abrir 19 fosas comunes. Pero el Tribunal Supremo recurrió a
la ley de Amnistía del 77 para impedirlo. Miles de personas salieron a
manifestarse a favor de las ideas del juez.
Natalia Junquera
cree que mantener el misterio es importante para aquellos que mantienen el
control de su herencia de forma hermética. Y que aunque aparezca el cadáver
denegaran el permiso para poder exhumarlo. El ABC seguía en sus trece. Había
que dejarlo descansar en paz y no montar “un circo lorquiano”.
En 2009 hubo una
campaña arqueológica pero no dio los frutos esperados. Pero Francisco Carrión,
director de la excavación, no se dio por vencido. Francisco González Arroyo fue uno de los que
luchó por una investigación policial concreta para continuar con la búsqueda
del cadáver. Le parecía que la primera batida fue “imparcial e incompleta”.
La Junta de
Andalucía impuso el silencio. Se cree que aún hay 5500 cuerpos en 86 fosas
comunes de Granada y alrededores.
En 2011 el PSOE
publicó un protocolo a seguir en las exhumaciones. “Una nación tiene que
entender su pasado para luego poder olvidarlo”. La segunda tentativa, a finales
de 2014, también fue infructuosa. Ya no se sabe a ciencia cierta si estará
junto al actual Parque García Lorca, en el
Peñón Colorado, el Caracolar…
Se postula que pudo
haber alguien que moviera los cadáveres en los días posteriores a la purga.
Hipótesis hay muchas. Gibson cree que los nacionalistas pudieron trasladar su
cuerpo para borrar las huellas del crimen. Otros que su destino definitivo
sería el Valle de los Caídos o la casa de verano de la familia. Incluso se
conjetura que lo llevaron a Estados Unidos o a Uruguay, tierra de su amante
Enrique Amorim.
Lo cierto es que
transcurridos 80 años aún no se hallaron los restos materiales de Federico
García Lorca. Con este misterio detectivesco se impide un proceso de
duelo. Porque como reza el psiquiatra
Carlos Castilla del Pino “sólo existimos mientras alguien nos recuerde.”