Hace setenta y cinco años se retiró un bohemio en la playa del Inglés; no se fijaron que era francés. Nada se parece hoy a lo que se encontró él. Tras dejar que pececitos coman sus impurezas un avispero de sandalias con calcetines beben cerveza mientras siguen un partido de la Bundesliga. Un paraíso del frenesí en las finas discotecas a cielo abierto. A recuperar fuerzas a pensiones económicas que no sirven toallas y tienen el armario destartalado. En el oasis de Maspalomas se pasa de dunas a campos de golf. Curioso que este enclave que seduce al turismo internacional pertenezca al Ilustre Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, una aldea surta a la que se accede por meandros jaquecosos.
Pasado Arguineguín, cuna de finos peloteros, la industria hostelera planta adefesios en las laderas de la montaña plagados de luces innecesarias. Salvo el arenal de Amadores, donde el niño germano chapotea en el agua con la pulserita del todo incluido. Desde Mogán la carretera, ya un intestino, se adentra en el interior.
Tomando un desvío se accede al Embalse de las Niñas,apto para un picnic dominguero.Para el tráfico un hombre tranquilo que exhibe manjares típicos. Educado, da la prueba,pero inflexible en el regateo.
Dejando Tocodomán, salpicado de grises invernaderos, y Molino de Viento, topónimo más lindo del país, llegamos a la aldea de San Nicolás. Desde su pedregosa costa diviso el Teide. Me dejé seducir por los brazos musculados del Drago, icono de la isla datilera.Al Norte de las agujas del Risco está el Puerto de las Nieves. El Dedo De Dios sufrió la ira de una tormenta tropical;ya amputado lo rebautizaron como Roque Partido.P reguntad por la heladería italiana; recomiendo el de gofio y el de plátano bañado en chocolate.
El urbanismo más cuidado está en Arucas, lugar de bendición;la iglesia neogótica de San Juan da una impactante bienvenida aunque es el ron el que le da dado mayor cartel.
En Las Palmas viajé en los incómodos asientos traseros de una patrulla policial sin cometer delito; un garbeo en busca del auto que estacioné sabe Dios donde. La amabilidad y oratoria fértil del guanche es innata. La Playa de las Canteras,casi piscina, se protege con una barrera de arrecife natural; ¡Cuidado con las medusas! En la Vegueta además de la Catedral no olvidéis visitar el Museo Colón, casa señorial donde se alojó el Almirante. Bien aconsejado comí sancocho de cherne con papas en El Herreño. Es hora de partir.
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