España 4-1 Austria (Amistoso de la Selección de fútbol femenina)
San Lázaro, 15-2-2012
Se respetó tanto el himno de las austríacas que se sintieron con derecho de adelantarse en el marcador. Mariajo no atrapó un tiro inocente y Manhart se llevó el premio al oportunismo. El combinado de Quereda no se precipitó y mantuvo la filosofía de juego de toque. Sonia, interior culé que permutaba su posición con Adriana, puso dos centros de rosca fabulosos. Los cabezazos de Vero murieron en el travesaño y lateral de la red.
La parroquia, acostumbrada a la calefacción de Sar, pensaba más en combatir el frío que en arropar a la Roja. No se veían disfraces ni enamorados.A la media hora el speaker suplicó más respaldo.Aquí siempre fuimos más de teatro. Las visitantes ya se habían agazapado, dejando su suerte a las cabalgadas pegadas a la cal de la dorsal dieciocho.
Un máster en movimientos tácticos para la picheleira; recibía de espaldas, la aguantaba y descargaba a banda. Y nos deleitó con dos vistosos cambios de ritmo en una carrera.
En el segundo acto carrusel de substituciones.Quienes dejaron el calor de las mantas para salir al prado revolucionaron el partido.Priscila se ubicó de ariete dejando a Vero más libertad para aprovechar su excelsa visión de juego.Así, con sabor a Arguineguín, se cocinaría el tercer gol.Antes, otra de sus asistencias acabó con el remate cruzado de Sonia. Inicio de la remontada. Poco después, la gallega forzó una falta en el costado derecho; el gilicorner acabó con una demostración de poderío aéreo de Torrejón; nada que envidiar de su hermano. En preferencia unas pandereteiras animaban a ritmo de catequesis y se intentaba una ola. Willy carburó a tope su motor de gasolina en sus veinte minutos por la zurda. Sería la autora de la diana definitiva tras aprovechar en el segundo palo una de las diabluras de Corredera. Meseguer hizo dos faltas tácticas de libro en el añadido pero la colegiada sabe que a los amistosos sentenciados no se llevan cartulinas.
Nuestra embajadora, perica de corazón, se acercó a ambos graderíos a dar las gracias. Tras paso por vestuarios aún le quedaba sonrisa para las fotos con los forofos, casi todas féminas. Y repartió de motu propio cintas del pelo. Su sello, nuestro orgullo.
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