Sar experimentó todos los estados de ánimo; canto el Miudiño, pataleó el suelo para presionar, alabó al capitán, sufrió y se resignó. Fue acabar el primer cuarto y la muñeca de la retoña del alcalde dejó de sonreír.La peña Zona Norte pretendía intimidar a los pucelanos en los tiros libres. Corbacho estaba tan desdibujado que en uno de los marcadores ni siquiera aparecía su dorsal 33. Ni los nueve rebotes de Kendall me convencen de que podría aplicarse mucho más. Washington se empeñó en forzar faltas innecesarias.
Ere, que arrastraba bajísimos porcentajes, encestó un balón caliente cuando agonizaba una posesión. A uno a falta de cuatro minutos. Un espejismo. En la penúltima asamblea Moncho no sabía que hacer con el flequillo. Diego García se sabía el héroe de la mañana. Milt Palacio asumió responsabilidades pero cometió errores decisivos y fue silbado cuando hizo una canasta a sabiendas de que no valía. A falta de un minuto muchos recogían sus bártulos.Ya se sabía que la comida no iba a ser bien digerida. Y en el esperpéntico tiempo muerto a falta de veintiocho segundos ni Mick Jagger podía insuflar ánimo. La seguridad prohibió desalojar el Multiusos por la acera. Por crispar a las caras largas.
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