Mientras esperamos los diez minutos de rigor un jubilado canta las cuarenta con cartas de póker. Cae la tarde y no se rinde un Sol de justicia. Sólo dan la cara una decena de personas de toda edad y condición. Más de un anillo de compromiso. Contra lo que pudiera parecer, apenas dos chicos quizá por coincidir con horario Champions. Suso Carballeira, psicólogo del deporte, permutó su habitual Centro Cultural de Fontiñas por el de A Trisca. El arte de ligar a debate.
Un cortejo tiene similitudes con el deportista que se enfrenta a una situación de estrés límite. El máximo rival es uno mismo. Hemos de hacer frente a los obstáculos que nos impiden rendir: timidez, inseguridad, experiencias negativas previas… Hasta los poco futboleros recuerdan el errático penalty de Djukic del 94. El serbio, brazos en jarra, suspiró,se mesó los labios y le temblaron las piernas. Se consumó la tragedia. Más que la intervención de González sobraron pulsaciones y faltó confianza. ¿A quién no le impondría jugarse la liga en el último suspiro?
Otro ejemplo son los soldados que sobrevivieron en las trincheras por saber lidiar con una situación de tensión límite; los cobardes no pudieron contarlo.O el secuestrado por las FARC que, recluido en un gallinero, consiguió frenar su agonía optando por pensar lo menos posible en su familia. Incluso Suso se pudo reponer cuando una vez, hartos de sus teorías, le tiraron un cubata por encima.
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