miércoles, 29 de enero de 2014

La bandera de los cuatro moros

*Unas pinceladas sobre la historia de la isla de Cerdeña 

Cerdeña va mucho más allá de los yates de Porto Cervo y la disco de Briatore. Anochecer en la carretera que une Alguero y Bosa. Sin desvíos, playas ni pueblos. Sólo acantilados para el disfrute de los sentidos. Descender la Escala del Cabirol hasta la Grotta di Neptuno acuchillada por miles de estalagtitas. Lagartijas al sol, chumberas y rocas con formas de oso o elefante. El cuello de un flamenco haciendo meandros en las marismas de Cagliari o la laguna de Chia. La cala Gonone, de piedritas color salmón, encajonada tras los montes de Dorgali. Garibaldi, único habitante de la salvaje Caprera.



 Hacia el 1500 a.C. y durante todo un milenio una civilización de pastores y guerreros comienza a construir en la cima de las colinas unos monumentos para defender sus poblados, los nuraghes. Superponían rocas, sin argamasa, hasta alturas de veinte metros. Es fácil confundírselos con torres españolas como las que se erigen en Bosa Marina, Stintino, Tharros o Gallura. Su forma de sepultura más monumental son las Tombas di Giganti. Entre los hallazgos arqueológicos no hay escritura pero sí figurillas de bronce.

Tharros atestigua muy bien los distintos pueblos que llegaron a la isla.El asentamiento nurághico primitivo recibió la llegada fenicia a finales del VIII a.C. y aún se conserva su necrópolis o tophet. Hay un altar de sacrificio cartaginés pero sobre todo restos romanos: un acueducto, termas y una antigua calzada adoquinada con sistemas de desagüe; sus afamadas columnas son réplicas salvo el capitel corintio. Para más gloria en las proximidades cuenta con una iglesia paleocristiana o la torre española de San Giovanni.

El mayor legado de los aragoneses, tras cuatro siglos de injerencia, es Alghero, conocida como la Barceloneta. Aún se come allí crema catalana y se chapurrea este idioma. Eleonora de Arbórea es un mito por su lucha en el XIV contra los españoles y por su Carta de Logu, en vigor hasta el XIX, con leyes en favor de los derechos de la mujer.

La enigmática bandera es una imposición aragonesa. Recuerda el triunfo de Pedro I sobre los sarracenos en la batalla de Alcaraz(1096), junto a Huesca. La leyenda dice que San Jorge decapitó a cuatro reyes musulmanes. Estas invasiones árabes también las sufrió Cerdeña en el VIII y IX. Sólo durante la época saboyana las vendas pasaron de la frente a cubrir los ojos de los moros quizás por el rechazo de los isleños a su dominador.

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