Martín Baumeister, director
del Instituto Stórico Germánico di Roma,
aceptó la invitación de Nuñez Seixas para hablar en la Facultad de Historia de
la Universidad de Santiago sobre la Gran Guerra. El orensano enfatiza que los alemanes aún respetaban
los derechos de los judíos.
En la I Guerra se
pusieron en práctica elementos que ya se dieran en los conflictos coloniales. Los
italianos hacían “misiones civilizadoras” en el Cuerno de África. Los españoles
habían montado campos de concentración en Cuba y tiraran gases tóxicos sobre
la población rifeña. El gas mostaza contaminaba agua y tierra. Alfonso XIII
quiso deliberadamente “extirpar estas tribus”.
En las trincheras
había mucho tiempo donde no pasaba nada; durante la famosa tregua de navidad de
1914 los enemigos brindan juntos. Aún había un resquicio de respeto y
humanidad.
La rápida invasión
de Francia o Bélgica provoca tantos difuntos o más que en las batallas más
cruentas de la I Guerra. La primera cortina
de hierro fue ideada por los alemanes. Mandaron construir a los belgas una
valla electrificada que los separaba de la zona holandesa.
Comienzan los ataques aéreos. Se usan aviones y zeppelines para quebrar la
moral del enemigo. Murieron así mil cuatrocientas personas y cinco millares
resultaron heridos. Se comienza a borrar la línea divisoria que hasta entonces
había entre militares y civiles.
Se estima que
perecieron trece millones en la I Guerra; todo se agravó mucho más con la
gripe española de 1918, pandemia así llamada así porque aquí sus estudios no
sufrieron censura.
La cruz religiosa
es instrumentalizada por el mensaje político en camposantos como el de
Douaumont, cerca de Verdún. Propaganda hacia los caídos. El 11 de noviembre de 1920, justo dos años
después del armisticio, Londres alzó un cenotafio y París un Monumento al Soldado
Desconocido. Esta idea se plagiará en otras ciudades. Se democratiza el culto
al heroísmo. Pero no estamos ante un hecho pacifista. Francia estaba eufórica
tras recuperar Alsacia y Lorena.
En los “felices”
veinte hubo artistas que plasmaron el horror y trauma que causó el conflicto; George
Grosz dibujó un Cristo crucificado con máscara antigás y Otto Dix el tríptico La guerra.
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