*Texto inédito tras recoger testimonios orales
en el Campo de Trabajo de Almedinilla (Córdoba) en Julio de 2004
Julio 1936. Algunos militares se amotinan y parten desde el
norte de África con el objetivo de someter a la península. El golpe no tiene el dinamismo
planificado. Pues guerra. Sí. Hay casos de triunfante paseo militar pero son
muchos también los puntos de nuestra geografía que no se rinden. La sociedad se
fractura. Así, el blanco de la represión se ensancha considerablemente. En aquel
verano Franco, Queipo y Molano dudan en reconocer ya un pensado plan de
exterminio para quien no piense tan retorcidamente como ellos. Un vecino que
delata, un cura que acecha desde el confesionario, la guardia civil que actúa
sin miramientos. Cuando te apuntan a la sien sólo te queda la resignación. Si no
puedes con el enemigo únete a él. No era tiempo para valientes, de ellos está
el cementerio lleno. El miedo a desaparecer, el instinto de supervivencia hace
que te conviertas en uno de ellos. Pues nada que yo también visto la camisa
azul. Matar o morir. Ser ahora yunque para soñar algún día con ser martillo. Hoy
nos creemos muy pacifistas pero no siempre te dan opción a ondear la bandera
blanca, a emigrar…
El pueblo en armas
se quedó sólo. Y sus fuerzas diseccionadas en los márgenes del emergente bando
rebelde.Y aguantó mientras pudio sin contar con un armamento sofisticado. Si no
consiguió la victoria fue porque los apoyos exteriores de los Nacionales así lo
impidieron. La internacionalización de la Guerra no la sintieron los Republicanos
puesto que Inglaterra y Francia dieron la espalda a quienes pensaban como
ellos.
El hijo del rojo fusilado
hubo de aprenderse “un maquillado catecismo” de memoria. Hubo de ser minado su
intelecto con la ideología del Régimen. Un cambio de nombre podría evitar que
hallasen el verdadero pasado de los suyos. Así, hubo de esperarse a la tercera
generación, muchos de ellos nacidos ya en el seno de la democracia, para
remover en el barro. Es desde el umbral del nuevo siglo cuando se ha percibido
el desorbitado alcance de la reconstrucción de la memoria a través de los
testimonios orales. Ya teníamos , como siempre en la historia, la visión del
vencedor pero ahora podemos quitarle los laureles a los que nunca los
merecieron. Se trata de la recuperación de las vivencias locales, de anécdotas
escalofriantes que no salen en los libros de textos. No faltan mujeres a las
que se rapa la cabeza para luego pasearlas humilladas, huidas milagrosas de un
fusilamiento, amigos que no están aquí ni enterrados… Sueldos más bajos que un
pedazo de pan, casi adolescentes dirigiendo
la economía de un hogar sobreviviendo gracias al empleo de la rapiña y la
picaresca. Decir no a un guerrillero para que no te asocien con el enemigo. Revivir
que hace cincuenta años con el sudor de esclavos se levantó un país destruido. Campos
de trabajo sí, pero de concentración también. Cámaras de gas no, pero casi. Hambre
sí, censura sí, fascismo sí…
“Si vienen a
buscarme pues aquí estoy” comentan muchos mayores al ser entrevistados. “No
tengo odios pero sí recuerdos”. Pues claro que han de tener rencor a quienes no
les dejaron vivir en paz.Pero están todavía acostumbrados a sufrir y callar.Por
suerte esto está cambiando.
Ya se
atreven a reclamar una estatua, una insignia a los caídos por la patria o quejarse que los Nacionales donen su nombre a
las calles. Vivieron muchos años en la órbita de la desinformación y es ahora
cuando las piezas encajan. Muchos llegaron a la identificación de vivir con
sobrevivir. Cuando realmente pudieron ir viendo la luz ya es tarde para poder
disfrutar plenamente. Le han quitado su vida, ¡A ver cómo se devuelve eso!
No pensemos que son
hechos en blanco y negro. No hace tanto tiempo que de las cunetas brotaban
cadáveres, que una tertulia de bar pronto era políticamente incorrecta. Los
efectos están todavía candentes: políticos en el poder con las manos untadas en
sangre, ancianos que recuerdan, documentos polvorientos … Lo que vivimos hoy es
la consecuencia directa de aquello. Por favor, seamos inteligentes. No caigamos
en el raciocinio absurdo del patriotismo y los nacionalismos. No pensemos que
más allá de una frontera se acaba el mundo. No nos obcequemos en limitar
cualquier pluralidad. Señores con poder no se vendan al mejor postor ni se
cobijen bajo el sol que más calienta por llenar sus bolsillos. No somos marionetas.
Queda mucho por debatir…
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