Puedo prometer y
prometo que el desenlace de esta liga es imprevisible. Apasionante. Di María,
el mejor de los veintisiete que saltaron al tapete, abasteció de caviar al gato
galo hasta la gula.Tenía razón.La media hora que descansó en la Rosaleda le sirvió
para cargar baterías. Pero no fue suficiente.En frente estaba Leo,que ya ha
iniciado su escalada para pasar a la historia en Brasil. La Pulga sigue pisando
récords; veintiún dianas esta temporada
y otras tantas ante su acérrimo rival. Mientras, el Cholo, empeñado en trabajar
a la sombra, cae al flexo del liderato.
El esqueleto de la
Roja no aportó equilibrio. Ni Xavi ni Alonso agarraron con firmeza el timón.
Sergio y Modric solo dejaron algunos destellos. Carabelas bajo la tormenta a la
mano de Dios. El oneroso bólido de Bale se embala en las rectas y se empotra
contra las vallas.
Iniesta adelantó a
los culés con un zurdazo prodigioso. El héroe de la patria se desvirgó en el
Bernabéu. No tener pie de apoyo marca a los mejores. Benzema remontó con dos chicharros pero tuvo
otras cuatro acciones muy claras para ampliar su cuenta. De su siniestra no se
fía.
Messi anotó el gol
psicológico. Como nadie le buscaba se aprovechó de un despeje de Carvajal para
equilibrar el partido. La única vez que las agitadas pulsaciones se resolvieron
en el callejón de los suburbios. Pepe y Fábregas, sospechosos habituales.
En la reanudación
el frenesí dejó paso a la cámara superlenta. Pero Undiano tenía que soplar a
ciegas. Alves, que olvidó toda la noche
que es defensa, trabó a Cristiano. En la repetición todos vemos que fue fuera.
El portugués apostó por su lado de seguridad.
Poco duró la euforia en Chamartín. Neymar, en posición dudosísima,
realizó su acción más determinante cuando iba a ser substituido. Sintió el masaje de Ramos e hizo una
cabriola. Si pitas es roja. La única vez que Júnior dejó a un lado la estética
para escoger la productividad. Gol de Leo. El sacrificado Karim recibió el
ósculo de su preceptor. Tocaba guardar la ropa blanca. Sólo dos obuses, de
Alves y Mascherano, antes del penal a Andrés. Xabi lo rebañó. Messi confió de
nuevo en el ángulo izquierdo de Diego. Besó su escudo de siempre. El gol
acarreó tres cartulinas desesperadas. Los madridistas, pollos sin cabeza, no
encontraron más la pelota. Pesaroso tributo a Jesé.
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