*Análisis de la obra de teatro Proyecto Van Gogh de la Compañía Cambaleo
Publicado en Xornal de Galicia (enero 2011)
Era la premonición. Acababa de pintar Campos de trigo con cuervos volando. El funesto negro contamina el color amarillo que tanto le animaba. Con treinta y siete años quiso poner fin a su tormento. Apretó el gatillo. Su agonía duró dos largos días. Theo, su hermano y confidente al que tanto escribió, llegó de París para darle el último abrazo.
La Compañía Cambaleo representó en tres funciones la desesperación del artista el pasado fin de semana en la Sala Nasa. Sólo dieciséis personas para proyectarnos a la intimidad de una habitación en Arlés. Una puesta en escena sencilla. El intérprete Antonio Sarrió no lucía cabello rojo alborotado; su calva arrugada, reflejo de la mente neurótica de un hombre enjaulado.Las sombras y el goteo constante de la lluvia acentuaban el drama. Una enumeración con perfecta dicción de pensamientos pesimistas desordenados.
¿Por qué cayó en desgracia? Sufrió desde la cuna. “Mi cumpleaños es el aniversario de mi hermano muerto.Me llamo como mi hermano muerto”. Además, nunca vio reconocido su talento; La viña roja es el único cuadro que se sabe con seguridad que vendió. Pasó tales penurias que llegó a pintar por ambos lados de un lienzo.Las críticas positivas llegarían demasiado tarde. Su mayor decepción fue la discusión con Gauguin que puso fin a su sueño de crear una comunidad pictórica en el Mediodía; poseído, se mutiló una oreja y se la ofrece a una prostituta. Obsesionado por la lujuria y la mala vida.“El vino malo siempre sienta mal”. Excesos que derivaban en repetidos brotes esquizofrénicos.
Consciente de su declive interna en un sanatorio mental.“No soy inocente pero no soy culpable”.Año y medio después pasa a la vigilancia del extravagante doctor Gachet. Se había rendido.“Cualquier tiempo futuro puede ser peor”. Ya no había marcha atrás.
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