(Artículo Publicado el 13 de junio de 2011 en Xornal de Galicia en con algunas censuras )
Medianoche en París inauguró el Festival de Cannes pero la crítica no siempre es amable con quien tantas veces acarició la excelencia. Pronto nos sumimos en los tópicos de siempre. El director de Manhattan sigue esclavo de las altas esferas que se alojan en suites de lujo, compran en Dior y no se desplazan en metro; es lo que ha vivido.Otro artista errante en busca de inspiración; más americanos de turismo en una gran urbe europea. Vicky Cristina me pareció una guía turística llena de topicazos y, por qué no decirlo, de alguna incongruencia. El giro de tuerca está en reflexionar sobre los locos años veinte sin caer en otra tertulia de cultos pedantes que beben champagne en un bistró.Siento entristecerles pero el sensual personaje que interpreta Marion Cotillard, coleccionista de amantes en el círculo bohemio, es sólo un arquetipo de la nueva mujer de comienzos del XX, más emprendedora e independiente. El resto de divertidas caricaturas sí corresponden a artistas vanguardistas que transitaban por las calles adoquinadas y escarpadas de Montmartre. Modigliani, gran bebedor y fumador de hachís, será tan recordado por morir joven y bello como por su trato a las damas, a diferencia de Picasso. El malagueño retrató a Gertrude Stein, quien convirtió su casa, donde convivía con su amante Alice Toklas, en un salón de debate literario;por allí se dejaba ver Hemingway, doblado con maestría por Pere Arquillué, cuando no estaba de caza.
Una angustiada Zelda se disponía a suicidarse en el Sena por los flirteos y escándalos de Scott Fitgerarld en los bailes. Allen, en una ocurrencia muy del gusto Zemeckis,juega con Buñuel al sugerirle ideas de su futura película El ángel exterminador. Adrien Brody abre los ojos como platos para transmitir la provocación de un Dalí obsesionado por los rinocerontes, aunque la paranoia bien podría ser con elefantes, caballos o mariposas.
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