lunes, 25 de noviembre de 2013

Te recuerdo, Cerdeña


   Alghero aún huele a Cataluña.Cuatro centurias en su seno. Una catapulta de madera inofensiva. Caracolas a remojo. Pido referencias culinarias y me señalan la Botheghina. Seara de postre.  

  En la playa Pelosa de Stintino un parquímetro limita el placer. Una argentina me ofrece unas gafas de esnórkel a cambio de un pellizco de atención. Ceno recia carne ecuestre. Por variar.
(Grotta di Nettuno)

   Un bus sin brío bordea dos golfos hasta vaciarme en Capo Caccia.La escala del Cabirol, seiscientos peldaños suspendidos sobre el mar bravío, es un balcón al horizonte. Entré a ver estalactitas en la Grotta di Nettuno. Y cavilé en la barandilla oxidada que mira a la isla Foradada.

   Apenas seis callejuelas componen el Castelsardo fortificado. Gatos mendigos. Paladeo un delicioso funghi porcini. En el rural cazo con facilidad un elefante pétreo a la vera de la calzada.

   Un mar verdoso salpica Santa Teresa Gallura, bautizado así en honor a la esposa de Víctor Manuel I de Saboya. Su arenal de Rena Bianca tiene como broche la Torre de Longosardo. 

  Capo Testa, cantera desde tiempos romanos, es un istmo de granito. Un gallego se imagina en Muxía y mata su morriña. La chica con las piernas más bonitas cinceló su nombre en las rocas. Para la posteridad. El faro solitario espía lo que concurre en el estrecho de Bonifacio.

   En la insulsa Palau pícaros se pelean por llevarte en velero a las paradisíacas Spargi y Budelli;  tomo el ferry hasta Isla Magdalena. Cruzo el puente y los humanos entran en extinción. Garibaldi abotonó su camisa roja para pelear por una Italia unificada. Su voluntad era ser cremado. Pero descansa en paz en un sarcófago de piedra adornado por una argolla. Un misterio.

 Ufanos yates en Porto Cervo. La iglesia Stella Maris purga por los excesos de las celebrities.
(Cala Gonone)
   En la óbita de Dorgali,la montaña atrapa nubes en Gonone;un pescador paciente,chamizo por el sol,prueba suerte sentado en teselas salmón. Pezqueñines comen las  impurezas de mis pies. Gratis. Camino de Fuili prepara el arnés un alpinista.Braceo para otear la gruta del Bue Marino.   

   La animosa Cagliari molesta a los que quieren dormir. El Monte Urpinu loa otro atardecer. En Chia, mi debilidad, flamencos clavan su cuello en el fango. Y tampoco. La torre no es un nuraghe.                                   
                                                                                                         (Playa de Chia)
   Pasando la curiosa iglesia paleocristiana de San Giovanni, que se remonta al siglo VI, fisgoneo Tharros, antigua ciudad fenicia.  Todo roto. Dos columnas quedan en pie, una descapitada.

   En la desembocadura del río Temo nudos y alfombras árabes reposan al sol. De Bosa parte la carretera del solitario. El Mare Nostrum y yo. Han aniquilado los pueblos. Ya tengo nostalgia.

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