Película
ralentizada de forma consciente. Pues la vida en la vejez es rutina. Y después
más rutina. Cinta en blanco y negro, como aquel experimento de Haneke, para
enfatizar el efecto de drama clásico. Y recogiendo algunas semillas de Despetando a Ned, comedia irlandesa del
98.
El hijo, David,es
bueno. Paciente.El paradigma de la contención y la mesura. Quizá demasiado
idealizado. Sin aristas. Aprovecha una crisis sentimental para lanzarse a
conocer más a su padre. Siempre
apesadumbrado. No ríe jamás.Pero en situaciones límite nunca pierde el control.
La madre, Kate,es
gruñona. Le gusta presumir de los pretendientes que antaño la rondaron. Su personalidad dominante se redondea en la
simpática escena del cementerio luterano. Los difuntos, más que seres queridos,
sufren su escarnio voraz. No deja títere con cabeza.
El viejo Woody,
veterano de Korea, ha combatido sus frustraciones con alcohol. Sin una concepción
poética del amor busca un aliciente para sus últimos años. A la vejez,
viruelas. Atacado por la demencia senil, cabello alborotado, se cree el ganador
de un premio de un millón de dólares. El clásico timo. Desorientado, sólo
anhela ir a Nebraska, el ombligo de USA, a cobrar.
Carretera.Atraviesan
planicies,estados cuadriculados.Hilera de moteros. La hoguera del corazón. Hacen una parada para ver el Monte
Rushmore,en Dakota del Sur.Se parodia el inacabado aspecto de la construcción
granítica.“Sólo Washington tiene ropa y a Lincoln le falta una oreja”.
De forma improvisada
deciden descansar en el pueblo de la tía Martha, donde los padres vivieron su
infancia. Una isla de Circe, una tela de araña que los atrapa. Un Giro al infierno. La conversación entre
la estirpe no es muy fluida. Como en la canícula de Agosto. Cuando corre la
voz que el anciano puede ser millonario la noticia se convierte en la comidilla
de un lugar donde no hay ninguna diversión. Todos quieren reclamar cuentas
pendientes. Un trozo del pastel. La codicia de los buitres. Ed Pegram,antiguo
socio de Woody en el taller mecánico,y los primos, orondos y parásitos, extorsionan.
El amor a un padre moribundo será el escudo más tenaz.
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