Los aviones dibujan
estelas blancas en el cielo azul de Playa Honda. El Charco del Palo es un
anfiteatro nudista coronado por una piscina natural. En Famara aleccionan sobre
surf a los más menudos. Una pasarela de
madera y generoso oleaje identifican a la playa de la Garita.
Una parrillada de
antoñito, sama y atún rojo en El Golfo; si quedas con hambre el crepúsculo
rojizo te saciará. El mayor hándicap fue el acceso cortado al Lago verde. Ni
algas ni olivina. En los Hervideros enfurecidas olas erosionan las cuevas que
se forman bajo los acantilados.
En Timanfaya
líquenes, escarabajos y grillos viven sobre un manto de lava y ceniza trescientos
años después de las grandes erupciones. La cantera de Gaudí. Pero la actividad volcánica aún perdura en las
profundidades. El Islote de Hilario alcanza la friolera de seiscientos
grados.
En Uga juegan a la
bola. Petanca para los godos. Pie diestro en el hoyo y el zurdo más adelante. Choque
de bolas como amuleto. Y ¡Zas! Apartan
la del adversario o se arriman al boliche.
En Tías repongo
fuerzas con una pizza de dátiles.El reloj de Saramago acierta dos veces al día;
marca la hora en que conoció a su esposa Pilar del Río.Aquí tuvo audiencias con
Garzón, Galea-no o Almodóvar. Y en su biblioteca no entra un volumen más,
aunque fuese de sus admirados Borges, Pessoa o Kafka. Un olivo, símbolo de paz
y sabiduría, conecta con su Azinhaga natal.
Todo se articula en Arrecife en torno al Gran Hotel.En tu cita romántica pasea junto al Charco de San Ginés e invítala al Lilium, con viandas nada minimalistas pese a los ademanes refinados.
La cueva de Los
Verdes fue propiedad de esa familia de pastores. Por aquí circularían ríos de
lava. Tiene jameos, agujeros por donde entra la luz y el aire, que comunican
las dos galerías. Sientes en el rostro el Soplo
de Dios. Y al final del paseo cuidado con no despeñarse al abismo.
Escondida en una
ladera está la casa de Omar Sharif.El egipcio se
encaprichó de la morada la-beríntica cuando grababa una película en La Isla Misteriosa. La apostó al primer
día en una par-tida de bridge. Y perdió. Una bravuconada. Me despido en
taquilla de una gallega con morriña.
Teguise es un
pueblo adoquinado al que los isleños llaman La Villa.El mercadillo del domingo permite
que los mercaderes acorralen la iglesia de Guadalupe.Un artista hace siluetas exclusivas
a golpe de tijera. Foto a contraluz; mientras la correa de Dabú se enreda entre tus piernas. ¿Y no compras un bálsamo de aloe
vera que mime la firmeza de tu piel? La eterna juventud.
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