No he dicho
horrores.San Mamés tuvo un estreno de envergadura.Rebosante de ritmo, emoción
e incertidumbre. En este juego los yerros se penalizan caro. Tras cuatro
intentonas vascas sería Charles quien aprovechó la primera que tuvo. ¿Hay
justicia en el fútbol? La jugada se originó cuando Morán se durmió en los
laureles y Rafinha le birló la flor. Reacción instantánea. San José, siempre
peligroso en ambas áreas, cazó un balón rebotado en Mallo y voleó de zurda.El
Celta encontró otra contra letal. Tres para dos. Álex López cambió de orientación
y Herrerín desequilibró a un escorado Nolito. Amarilla para el arquero, castigo
consentido si se evita el gol. Charles se limitó a probar la elasticidad de la
lona. Tampoco su vaselina encontró la red.
Augusto, muy de la
escuela Di María, quiso desestabilizar mediante sus fintas. Y Mallo, recuperado
para el más alto nivel, mantuvo un pique trepidante con Muniain. Los laterales
vascos tienen calidad para jugar de media punta. Laporte se atrevió con un
sombrero con el pecho. Iraola no se cansó de poner centros; buscó al menudo
Muniain que pivotó y se la devolvió de tacón para que Andoni marcase con
delicadeza. Esta diana está exenta de gazapo pero el carrilero casi la liara
antes por regatear en zona prohibida. Está a tiempo de convencer a Vicente. En
un suspiro llegó el tercero. San José envió en largo y Beñat inició peripecia
en solitario. Centrales anclados dan validez a la jugada. El internacional
parecía fatigado. Costas llegó al rescate pero le quebraron la cintura. Esta vez
no se la regaló a Aduriz. Ventaja de tener dos pies buenos.
Lucho vio el
partido a la deriva y recurrió a Orellana. Tan defenestrado como Zamorano por
Valdano. Pero sería un menor de edad
quien le puso la guindilla a los últimos minutos. Santi Mina peinó un centro de
Toni anticipándose a los puños destemplados de Herrerín. Mientras Gorka,
finalista en dos ediciones de la Europa League, calienta banquillo. Las permutas vizcaínas también surtieron
efecto; Ibai, muchacho que más golpea de
exterior, tiene jerarquía para lanzar los golpes francos y De Marcos explotó su
faceta de correcaminos llegador. El Celta no metió el susto en el cuerpo al
graderío pues no está en su filosofía recurrir al pelotazo.
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