XII Café con... Miguel Vila: Sin objetivo (3-4-2017)
*Promovido por Mareiras Espacio de Arte y Galantiqua
Pablo Guitián quiso
captar a Ana y David para que se casasen en el Palacio del Carmen. Al final las
sinergias fueron otras. Y ya van doce
ediciones del “Café Con” para acercar el arte a todos los públicos. “El
comisario es importante pero el artista más”.
En esta ocasión El
chef Iñaki Bretal nos demostró que la camelia, reina del invierno, no sólo
sirve como ornamentación o para preparar una infusión. Directa al plato. Elena
Español la emplea para hacer mermeladas y confituras. Hasta Lorca la reclutó en sus poemas gallegos.
Harta de la
banalización de la gastronomía en los medios de comunicación, Soledad Felloza
asume el reto de que su Nikon inmortalice belleza o denuncia en sus
fotografías.
Juan Monterroso nos aporta
su granito de academicismo. Divulgador de cinco tenedores. En las mesas del
fondo café, torrijas y otros dulces componen el avituallamiento de media tarde.
La inquietud por
hacer bodegones arrancó cuando los artistas se obsesionaron por captar la luz y
textura de los objetos. Se buscaba una representación fidedigna de la realidad.
Los primeros de los que hay constancia son los de Pompeya; allí retrataron
jarrones, flores, manzanas…
Muestran la
situación económica y el status del interior del hogar. Suelen presentar
objetos cotidianos en los comedores o triclinios.
La imagen que todos
tenemos en la cabeza es el bodegón barroco.
En La España del XVII, con Zurbarán y Juan Sánchez Cotán, se solía poner
un fondo neutro para que resaltase el objeto.
Muchas veces están marchitos como
ocurría en Caravaggio. Nos encontramos moscas, hormigas o caracoles. Alegorías
para representar la breve y fútil existencia.
Una obsesión
habitual es mostrar la tridimensionalidad con juegos de profundidad. El ardid
del pintor es fingir que algo plano tiene volumen.
El bodegón holandés
es más rico y descriptivo. Aparecen líquidos para obtener brillos.
Los flamencos, Rubens y sus discípulos,
recurren a carnicerías y pescaderías.
El primer bodegón
abstracto es un cuadro postimpresionista de Cezanne donde se ven unas manzanas.
Picasso creará
bodegones cubistas mientras que los de Dalí son surrealistas. ¿Quién sino podría
fabular un teléfono langosta?
Magritte tiene una obra que suscita
incertidumbre; un ojo nos observa desde dentro de una loncha de jamón.
Los bodegones de
Miguel Vila se adaptan a la época digital. Fotografía con escáner lo que le
obliga a limitarse con el peso. Una vez posó manzanas del tamaño de una
aceituna que le robó a su vecina.Son naturalezas muertas con objetos
vivos. Emplea fondos planos como en el tenebrismo barroco.
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