Una forma ideal
para rememorar la lucha contra el franquismo está en la historia de una
emisora clandestina, Radio España Independiente. Todos la conocían como La Pirenaica. Xosé Ramón Pousa recuerda que “se escuchaba con
mucho miedo; era el contrapunto de esa España dura que muchos vivimos”. El lunes visitó el Ateneo de Santiago Armand
Balsebre, coautor del libro Las Cartas de
la Pirenaica, junto con Rosario Fontova.
Analizaron 15.500cartas que se encontraron en el Archivo Histórico del
Partido Comunista. La foto de la portada
la realizó Virxilio Viéitez a Dorotea, una paisana de Soutelo de Montes. Es
para demostrar a su hijo indiano que el dinero que le envió se invirtió
realmente en la compra de un superheterodino valvulero.
Su imagen era la
paloma de la paz de Picasso sobre el mapa español. Nace en Moscú en 1941 y en
el 55 se desplaza a Bucarest. Su repercusión aumenta tras las huelgas de
Asturias del 62. “Mi vecino la escucha, yo también” vomitaba la publicad de los
receptores de lámparas.
La gente enviaba,
no sin miedo, cartas que a veces se remitían primero al Partido Comunista de
París o a Praga. Siempre había el riesgo
de que la policía las abriera. Gracias a ellas se identificó la ubicación de
muchas fosas comunes. Llamaban a Radio Nacional “Radio Mentiras”.La que leía
las misivas en antena era Pilar Aragón,
pseudónimo de Josefina López Sanmartín. “Era la Elena Francis”de la
resistencia; acabaría sus días en España en las filas del PSOE.
Al matar en1963 al
comunista Julián Grimau aumenta el volumen epistolar contra El Generalísimo,
apodado “Perro Rabioso”,y el juez Enrique Eymar.El gallego Jose Castro Veiga,
alias Piloto, proponía “colgar a
Franco de la verja del Retiro”. Asesinaron al guerrillero en Chantada mientras
comía un bocadillo de chorizo. Otro fuxido,Luis
González, se curó él mismo una herida
en la rótula de un disparo de bala; pidió a la Pirenaica que repitieran varias
veces su mensaje porque en Entrimo había mala cobertura. Y que allí había sólo
“cinco o seis” personas de confianza.
Será en 1977
cuando, caída la dictadura, Rafael Alberti y la Pasionaria deciden que ya no es
necesaria su continuidad. La última
retransmisión, ya en suelo español, fue muy simbólica. Se cubrió la primera
sesión de las Cortes que iban a elaborar la Constitución vigente hoy en día.
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