Homenaje a Torrente Ballester (junio 2010)
*Publicado en El Correo Gallego (sección Reflexiones) y en las páginas locales de La Voz de Galicia
Atravesé esa inmensa cola de Babel en la que se ha convertido la Quintana para quienes esperan ver la Puerta Santa. Bajé los casi veinte peldaños de Platerías. Faltaban apenas unos minutos para cumplir cien años de su nacimiento. Y ya van once desde que La Fundación Gonzalo Torrente Ballester se encarga de que no se olvide su memoria.
Presentes numerosas personalidades, así como muchos de sus hijos; a la vista estaba su título beneficiario de familia numerosa. El conselleiro de Cultura Roberto Varela afirmó que compraría La Saga/fuga de Jb sólo por lo atractivo del título; cuando estudiaba para diplomático en Salamanca tuvo una sugerente charla de música con Torrente.
“La literatura nadie me la enseñó.”A los 16 años quemó sus escritos adolescentes para dedicarse a leer. Su obra tiene tintes fantásticos e irónicos, con huellas de la tradición oral que tanto mamó en su niñez en Serantes. Un supersticioso, un ilustrado “con creencia en las brujas”. No se recuerda una literatura tan imaginativa desde los tiempos de El Quijote . “Soy un escritor anticuado; también Cervantes fue(…) arcaizante”. Tan pintoresco fue este gallego de bastón y gafotas oscuras que sería pecado etiquetarlo en alguna generación. “No seguí las modas pero creo haber respondido al espíritu de mi tiempo”. Tuvo fama de solitario aunque lo cierto es que gozó la amistad de muchos artistas, como se aprecia en las dedicatorias que adornan sus libros.
Nunca escribió en gallego pese a estar afiliado al Partido Galleguista. Sorprenderá que tras estallar la Guerra entrase en la Falange pero su intención era sólo evitar problemas. Parece que alguno tuvo; bajo una urna de cristal descubro una carta mecanografiada de 1968 que le envía desde Estados Unidos a Fraga, entonces Ministro de Información y Turismo. Le suplica “tolerancia en la censura” y a cambio se propone a suavizar ciertas expresiones. Se queja de que así su obra pierde sentido. Y se justifica alegando que habla de homosexuales o ateos para ayudar a la ficción, ya que él es muy católico. Llegó a presumir: “Mis personajes piensan, algo insólito en nuestra literatura donde parece que deben regirse por los riñones”.
Muchos desconocíamos los otros“mundos”de Torrente. Fue estudioso de historia, profesor de literatura… La fotografía no le servía sólo para el recuerdo de sus vivencias sino que se convertía en una herramienta más de trabajo. Y supervisó la adaptación cinematográfica de sus propias obras. Su mayor enriquecimiento musical se da durante su estadía en América; “tengo varios instrumentos de reproducción, además de magnetófonos ”. “Este aparato me mira con su ojo de mosca; es un confesor sin alma; lo recoge todo pero no responde”. Y siempre quedaba algún hueco para la tertulia, quizás en el Novelty de Salamanca, quizás en el Café Gijón de Madrid…
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