lunes, 1 de febrero de 2016

Abalo habla en el campo

16avos de final de la Copa del Rey 2011
Celta 0-0 Espanyol (13-12 2011)

 

 
Dieciseisavos de final del torneo copero. El Celta se mide a un Espanyol pletórico tras su aplastante triunfo ante los colchoneros hace apenas cuarenta y ocho horas. Desangelado ambiente en el graderío de Balaídos. El clima no ayuda, el horario tampoco.

Pochettino volvió a tirar de la mina inagotable de Sant Adriá. Herrera dio minutos a los teóricos reservas. Los veinte primeros segundos avisaban de que el equipo de plata apostaba por un juego de toque con laterales ofensivos bien abiertos. Dani Abalo, estrella del choque, fue un incordio constante por la derecha; el de Vilagarcía puso centros envenenados, además de un buen chut con su pierna menos buena. Su lesión, en las postrimerías de la primera parte, aletargó la verticalidad del choque. Por los pericos destacó un entonado Dátolo, que caía a bandas, y Álvaro que se fabricaba de la nada sus acciones.

 Weiss y Orellana, talento en frasco pequeño, se ofuscaron en regates imposibles y perdieron mil cueros buscando pases al hueco. Joan Tomás desaparecido. El día que Forlín se tranquilizó Galán y Amat se ganaron con justicia la cartulina. Cristian Gómez ganó la partida a Bustos en la medular. La ocasión más clara fue de David Rodríguez; Casilla resolvió con la misma seguridad que mostró en la Copa Cataluña. Al otro meta, con llamativa indumentaria violeta en martes trece, no se le exigió más que un buen juego de pies.

En los minutos finales, amén de continuas imprecisiones, el Celta jugó a centros y remates y embotelló a un rival bien replegado que tampoco pasó mayores sufrimientos. El recurso final por hombres de calidad, Verdú y De Lucas, no desniveló la balanza. Suponemos que las lesiones de Víctor Álvarez y Alex López no procedían de la pizarra. Porque el doble donuts final, suman tres horas sin goles tras la batalla de Alcorcón, es un resultado engañoso. Los olívicos buscarán al menos un empate con goles dentro de una semana en Cornellá el Prat. Hay quien diría que las espadas están en todo lo alto.

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