viernes, 4 de octubre de 2024

El color de Dakar



   ¡Qué aquí no llega el rally desde 2008! La capital de Senegal, que relevó a Saint Louis en 1902, es un mundo caótico, divertido y dinámico. Las agujas del reloj marcan dos horas menos que en España pero el sol cae con la misma antelación. Hay calles de tierra, baobabs y palmeras. Hay tolerancia religiosa y teranga, como llaman en idioma wolof a la hospitalidad.





   Aunque suene de pardillo el cambio que te ofrecen en el aeropuerto no es ningún timo. Y guarda unos 30 euros, 20000 CFA, para regresar al Blaise Diagne, que está a más de 50km. El menú a degustar suele reducirse a arroz con carne o arroz con pescado. Con precios asequibles. Muchas veces el aliño son salsas picantes de mostaza o pimienta. Se echa de menos una ensalada con vinagre y aceite de oliva. Regado con un agua embotellada de la Casamance. O puedes innovar con refrescos más exóticos, de guayaba o tamarindo. Los que trabajan en los restaurantes suelen comer sin cubiertos y de una misma pota.

  Si no subes a un Transport en commun no has estado en Senegal.Son microbuses de colorines donde los pasajeros van hacinados. Incluso hay que reclinar los asientos centrales para hacer un pasillo y poder pasar.El conductor va mordiendo un palo que hace las veces de cepillo de dientes. Los cobradores van colgados atrás, de pie y con medio cuerpo suspendido. Golpean la chapa cuando han subido todos los clientes. Con una moneda de 100 puede ser suficiente. No siempre. En otros buses los recaudadores se sientan en una jaula y la gente pasa solidariamente las monedas de mano en mano. Aconsejo que antes de subir preguntes por tu parada.


    Los taxis, bañados de amarillo y negro y algunos destartalados, pitan por la espalda a cualquier turista. Por si cuela. Son una plaga. Muchos extraños me reconocían pero nunca percibí que se aprovecharan de mí por el color de mi piel.  Me han respetado.

   En la zona de la Medina no sé si hay más polvo o bullicio. Charcos también. Muchos negocios de reparación de vehículos. Las mujeres lucen vestidos en colores vivos. Vehículos con tracción animal y tenderos con su producto a ras de suelo. En las tiendas de ropa los maniquíes son de piel blanca pero tan altos como ellos. Los que piden dinero hacen ruido con la calderilla, al igual que los que arreglan cosas hacen bailar sus tijeras.






   En el Norte de la península encuentro las zonas más atractivas para un chapuzón. También un área más deprimida en el entorno de un canal de aguas sucias y estancadas.

   Una mujer limpia el pescado en la Playa de Ngor. Las moscas se posan encima. A la vista la isla con el mismo nombre. Hacia el oeste casitas de dos o tres alturas y tejados planos. Y clases de natación en la otra punta. Siento caer un coco. Los pájaros aletean buscando presa pero el único ser vivo fallecido en la arena es una rata. Como en un restaurante con los pies untados en la arena.Me viene a hablar una chica. Creo que era como los entrantes en Portugal.



 

   Dejando atrás la embajada de USA y atravesando una hilera de restaurantes a precios asequibles hemos llegado a la Playa de Almadíes. Es muy fotográfica pero la abundancia de piedras reduce el baño a una piscinita natural de un metro de altura donde se hacinan niños y mujeres. Un adolescente me confiesa su sueño de viajar a Europa y jugar en el Barça. "Pues entrena duro y no fumes". Vienen a ofrecer tatuajes de henna. Juego con uno de los vigilantes a las damas; no consigo asimilar que las obreras también comen hacia atrás y mi partida se desmorona. Me invitan a una taza de té bien caliente, que ha sido mareado en repetidas ocasiones. Desilusión. No puedo llegar al punto más occidental del África continental: acceso denegado.




En la playa de la Divinité, en Ouakam,hay un pozo que utilizan para refrescarse. Las cabras pastan al sol. Colocan cilindros por debajo de las coloridas piraguas para moverlas por la arena.






Muy próxima a varias embajadas está la tanquila Playa de Mermoz donde algunos locales se bañan en camiseta.


 Si buscas por el sur tienes la de Anse Benard con aguas de color entre chocolate y aceite de oliva. Me pido una esquina tranquila. Un trabajador me planta a una pareja a 30cm de mí para cobrarle el uso de la esterilla.


   El Mercado de Kermel, de techumbre elegante, fue reconstruido tras un incendio en 1993. Son demasiado insistentes los vendedores que pululan alrededor.





   Dicen que Corea del Norte puso la pasta para levantar la estatua familiar del Renacimiento Africano. Desde allí se ve la planicie que domina la ciudad.  El premio tras una buena ración de escaleras. En los puestos de souvenirs de la base me quieren vender un vaso de cuerno de alguna bestia.  La mayoría pierden líquido y el olor a bravú no es baladí.



   La Isla de Gorée fue patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde la cuna, en 1978. Los europeos pagamos mucho más por una travesía de apenas cuatro kilómetros. Me llené de paciencia el día de mi aniversario para aguantar las cuatro horas de espera. Alguno perdió los nervios. El ferry atranca a la vera de un bonito arenal, que enseguida está abarrotado. 





En otros sitios hay dos piedras por porterías. Pero aquí tienen bien equipado el campo de tierra. Pegan al balón con potencia pese a jugar descalzos. Mi actuación como portero no es destacable. Los gatos callejeros nunca tienen prisa. Ningún turista se olvida de la Casa de los Esclavos. También vinieron Nelson Mandela o los Jackson Five. Escrupulosamente pintada, guarda el relato de los prisioneros que, en el mejor de los casos, mandaban a las Américas.







domingo, 14 de julio de 2024

El trébol

Crónica del España 2-1 Inglaterra
Goles de Nico Williams, Palmer y Oyarzabal 
*España se lleva su cuarto Europeo

(Imágenes gentileza de la web de El País y ABC)



   El primer póker fue durante la siesta.El del Palmar tiene más presente que Nole. Luego el turno era para los cachorros de De la Fuente. Ambos sobre pasto.


   Poco rescatable en la táctica primera mitad. Un surtido de malos centros. La mímica lacrimosa de Carvajal y, ya al final, un escorzo muy forzado de Foden.


   Rodri se quedó en la camilla. Golpe anímico. Zubimendi no es cojo. Por algo en la Ciudad Condal suspiran por él. Su antagonista Rice se marcó un partidazo. La Roja salió endemoniada. Más de uno se perdería en directo el zarpazo de Nico. Buscó el palo largo tras el caramelo regalado por su hermano. 


Aluvión de ocasiones. Olmo casi sentencia tras un control marca de la casa. Morata, sacrificado capitán, cruzó en exceso tras una asistencia del adolescente de moda.


   Kane,perdiendo jerarquía a cada paso,fue substituido a la hora de juego. Jude,peleando por el Balón de Oro y contra su cansancio crónico,dejó un arrastre de muchos quilates pero su potente disparo salió desviado.Su duelo en el cuadrilátero con su compañero Carvajal fue apoteósico. 


Lamine, que vio mucho a Leo por youtube, buscó palo largo tras un control malo pero Pickford salió al rescate. Una sorpresa que el engominado de amarillo no fuese Calamity ni una vez.


   Palmer, peinado hacia delante, cantó bingo tras una dejada de fútbol sala de Bellingham. Un rebote imposibilitó la parada de Unai. Son el naúfrago inmortal.


   Lamine pudo bañarse en confeti pero su remate franco fue al muñeco. Fue Oyarzabal, el eterno revulsivo y no poco discutido, quien se lanzó a un centro de Cucurella.De las pocas subidas del guerrillero lateral.



   Southgate sacó la carta de Toney contrarrestada de inmediato con Merino.En ese mismo córner el epílogo más emocionante en tres actos.Dos cabezazos de Rice y otro de Ghéhi que Olmo repelió sobre la cal. Ese fue su cuarto gol. La perfección de un cuadrado.


sábado, 6 de julio de 2024

Como Maceda

Crónica del Alemania 1-2 España  (5-VII-24)

Goles de Olmo, Wirtz y Mikel Merino

Cuartos de final de la Euro 2024

 El último día del atérmico. Olvidó el frac y sacó la motosierra como nunca. Tronzó la pierna izquierda de Pedri y lo mandó al hielo. Luego pisó a Lamine. Como si pensase en clave Clásico. Y las dos amarillas se fueron al limbo. Hasta mediada la segunda parte no la vio por un agarrón para parar una transición.


   Primera parte plana.Neuer,con mantequilla en los guantes,dejó un par de balones calientes como en las semis de Champions.Kimmich aparecía con frecuencia en posiciones de extremo. Y Rodri daba un máster de robar con la cadera.


   La sombra de Sané quedó en el vestuario. Olmo, movilidad y pegada, acabó de interior un pase raso de Yamal. Por algo tiene el diez. Empezó la jugada Morata, que alivió una pobre primera mitad. 



Pero la Roja se desnaturalizó. Nico, el deseado,no brilló.Los teutones hicieron ajustes. Entraron Andrich, leñador de pelo chicle, y Wirtz, un diamante con alas. Y Füllkrug, siempre honrado, que rápido se citó con el poste.

Unai,ya habitual en jugadas apoteósicas o surrealistas, pifió un saque y Havertz casi lo vacuna de vaselina. Sería la promesa del Leverkusen el que hizo justicia tras ganar Kimmich un salto inverosímil a Cucurella.


   España volvió a ser el dueño del cuero en la prórroga.Alemania,tras la machada, cogía aire. Oyarzabal no puede jugar de delantero centro. Le benefició la entrada de Joselu. Gozó de un par de chuts a media distancia. Un disparo de Musiala batió en la mano pendular de Cucurella. Kroos dejó cojo a los suyos. Füllkrug, un minero con el pico siempre al alza, ganó la posición a Nacho y su cabezazo envenenado lo sacó Simón.En el otro área el completísimo Merino se subió al helicóptero, en un salto muy plástico con piernas en uve,para dar valor a un centro de Olmo. Hizo la rotonda alrededor del banderín. Como su padre. El último hoyo. Aún tuvo la boya de Dortmund la última chance. Carvajal, que ya estaba castigado para semis, abrazó a Musiala. A lo bonzo por la bandera.

sábado, 1 de junio de 2024

Abrazando a Gento

Crónica del  Borussia 0-2 Madrid  (goles de Carvajal y Vinicius)

Los blancos ya suman quince Orejonas. 


*Fotos de las galerías de ABC, 20 minutos y Marca


   Cuando era niño era del Madrid.  Y los culés siempre me decían “los merengues sólo tenéis Copas de Europa en blanco y negro”. Como en Eurovisión, vamos.  Desde mi primer beso bebieron nueve.

martes, 28 de mayo de 2024

Hoxe estamos optimistas






medo á morte
medo a mala sorte
medo a que namores de min
medo a que pesen máis dous defectos ca un cento de virtudes

medo a comer o derradeiro pemento
medo a bloquearme de súbito
medo a comezar de cero
medo a que te olvides de min

medo a que sexamos nós antes ca min
medo a que perda a vida quen con agarimo ma dou

medo a que me escoites sen interese
medo a que a radio fique sen batería
medo a quedar calado
medo a escoitar o silencio

medo a contar certas cousas
medo a calar esas cousas

medo a que non me envolvan máis fuselaxes
medo a que o corpo se corrompa
medo a perdelo poder

medo a incertidume
medo a perdela siesta
medo a perder

medo a mecánicos erráticos
medo a taxistas marxistas

medo á euforia
medo ós tempos da Sanidade Pública
medo a que non pasen cousas
medo a non sentilo control

medo a ser invisible,
medo a expoñerme de máis

medo a non saír da lameira da inflexibilidade
medo a perdela miña indentidade

medo ás doenzas que truncan con todo
medo a non superar o bucle dos medos

lunes, 6 de mayo de 2024

Argelia en Ramadán


*Un paseo sensorial por las dos principales ciudades del país más grande de África

*Publicado en El Faro de Vigo (10-V-24)





Ir a Argelia en Ramadán impone mucho. Y más, cuando te percatas de los trámites y el precio que te cuesta conseguir el sello en tu pasaporte. La luz verde para entrar en el país más grande de África. Te reto a que intentes conseguir una guía de viajes en la biblioteca. Al mediodía casi la totalidad de los restaurantes permanecen cerrados. Si algún extranjero desea comer debe hacerlo en un rincón discreto por respeto.

   Todos van con prisa en ORÁN, sobre todo en la carretera que lleva al puerto. Las bicis parecen motocicletas.  Los conductores, cuando un peatón se asoma a un paso, no es que aminoren sino aceleran su vehículos.  No me extraña que el porcentaje de retrovisores rotos o pegados de aquella manera sea altísimo.





   Pregunto al de la tienda de telefonía donde puedo cambiar moneda. Me conduce a una galería cercana y allí se encarga otro dependiente. Desconfío un poco de este mercado clandestino y no cambio todo mi cash. No conozco ni el color de los billetes argelinos. Me ofrecen por cada euro 220 dinares cuando el cambio oficial en un banco estaría máximo a 150. Satisfecho. Siempre que no me hayan timado.


   El mercado es inmenso, maravilloso. Algunos, de pie, venden apenas uno o dos objetos de segunda mano. Pero no me encuentro muy seguro porque caminamos apelotonados, rozándonos con los hombros y recibiendo pisotones del de atrás.No quiero emboscadas y busco calles más espaciosas aunque se pierda el encanto.



   Fotografío una placa dorada de un edificio militar que representa a un arma de fuego. De repente aparece un individuo cuestionando mi actitud.  ¡Si no he captado a ningún soldado! Es muy pegajoso y no tengo nada que ganar. Acelero el paso y gano tiempo cuando se le caen las gafas.


   Una situación igual de desagradable me ocurre cuando hago un par de fotos panorámicas a la Plaza de Armas. Se me acerca un padre molesto por si he captado a sus hijos que se arrastraban por una rampa a modo de tobogán. Lo veo tan airado que no me interesa defenderme y finjo no entender apenas ni el inglés. Se va y no me molesta más. Ni yo a él.





   Me hacen la mítica foto en la Disco Maghreb. La resucitó para el gran público una canción de Dj Snake. El rótulo destartalado en forma de videocasette le aporta un punto vintage. El fotógrafo parece local pero dice que es turista también.  Me dice que la cámara de su amigo es mucho mejor que la mía. Eso ya lo sé yo. Me manda ladear la cara hacia mi derecha y levantar un poco la barbilla. El efecto despistado para que quede más molón. Un gato callejero le da color a la imagen.

Hay zonas, muy cerca de los atractivos turísticos, que parecen un escenario de guerra. Cascotes y basura.   Un puñado de personas me aconseja no ir solo al Fuerte de Santa Cruz, que se divisa desde cualquier punto en lo alto de la montaña.  "Es mejor que vayas con guía o que un taxi te espere hasta el regreso".  Que puede haber asaltos, que la policía no da abasto allí. No sé si es verdad o si quieren que contrate un servicio. Lo medito con la almohada. Me fastidia rajarme pero mi vida vale más que unas fotos de halcón para presumir en las redes.





   Recorro una larga avenida en sentido contrario al centro. Mi objetivo es el Instituto Cervantes.  De su privilegiada terraza asoma la bandera rojigualda. Se divisa el Hotel Rodina y toda la zona sur de la ciudad. En una de las aulas un póster de Rosalía de Castro. Me atiende Ismael con mucho entusiasmo.  Es un enamorado del teatro que consigue llevar a su grupo a muchas ediciones del Festival Etnosur.  Cuenta que mucha gente de avanzada edad todavía habla español.  

   Para cenar elijo un restaurante que expone unas brochetas apetecibles. También me bebo una harira. Comienzo poco a poco pero voy añadiendo más viandas a mi menú.  Charlo con un jubilado muy amable que se sienta en mi misma mesa. Trabajó en Castro Urdiales y en Cataluña. Al fondo del salón veo al chico amable que manejaba la parrilla lavándose los pies. 


El taxista de Orán es cercano y amable. Si te mensajeas con él por teléfono solo dice "ok" porque confiesa que su inglés es pobre. Llega más de media hora antes de la hora acordada y por supuesto no estoy listo todavía.  Me tiene toda la carrera hablando sobre la importancia de creer en la divinidad. Es más divertido cuando se queja de que su coche es chino y por eso hace ruiditos y se le apaga el motor con frecuencia.


   Llego al aeropuerto. La chica de seguridad no me quita ojo. Parece que le he gustado. Hasta sus compañeros se burlan de ella. El más veterano, crecido por su uniforme, no permite de ninguna manera que me siente en el suelo.


   La avioneta que vuela entre las dos ciudades costeras es de formato bolsillo. Sólo se puede acceder por la puerta trasera. 17 filas con apenas dos asientos a cada lado del pasillo. Dos de los tres miembros de la tripulación deben apartarse para no entorpecer el embarque. Viajan los del equipo del Kouba, un barrio de la capital, que han caído al segundo puesto de la división de plata. El simpatiquillo del grupo me intenta convencer para que me cambie de sitio para que él pueda conversar con su compañero. Accedo a pesar de que al ir en ventanilla rozas la cabeza con el techo.  Además el jugador tranquilo me clava varias veces el codo como si fuera un férreo marcaje.  Dos hermanitas gemelas son la atracción de los que estamos cerca. Una se pone a meterle el dedo en la boca a la otra y le da un cachetito; la otra no protesta. Una señora, con sueños de maternidad, arrebata una de las crías y le toma en el regazo para hacerle unas gracietas. La madre, entre resignada y perpleja, reacciona con un "bye, bye!"



ARGEL, con un puerto tan próspero que tardé en encontrar una playa de arena. Eso sí con escavadoras trabajando en la orilla. 



   Dado el clima favorable es habitual que broten librerías callejeras. Y en los kioskos permanecen inmóviles varios señores leyendo la actualidad. El google antes del google.

   En la Casbah las casas están apuntaladas para que no se derrumben. Las parabólicas crecen más que las amapolas. Cables como lianas. Pese a todo la sensación es de tranquilidad. Niños jugando al futbolín en la calle. Graffitis y banderas patrias.  El té de menta más sabroso se toma en África. Gatos callejeros maúllan para que la vecina del tercero les tire comida por la ventana. No sé como no se desesperan los barrenderos. ¡Qué voluntad!


   Compro un par de dulces. No me atreví con unos esféricos en un naranja muy vivo. Los señalo con el dedo pues no sé sus nombres. 130 dinares. Dudo si me ha dado bien el cambio. El pastelero,muy firme pero sin arrogancia,exclama "yo no soy árabe, soy berebere". Nos apretamos fuerte la mano mirándonos a los ojos.Me gusta hacer tratos con los hombres del desierto.

   El teleférico de subida a Notre Dame no opera. Pues escaleras y senderos empinados. Sin turistas. "Ruega por nosotros y por los musulmanes". Está hermanada con la basílica de Marsella, otro templo levantado en suelo escarpado, al otro lado del Mediterráneo.


   Cae el sol. En distintos puntos de la capital se celebra el iftar. Los organizadores te invitan a pasar con suma amabilidad. Los comensales esperan con tranquilidad. Comienzo a charlar con tres jóvenes por google translate. Mis pintas de turista son evidentes. A las 19:20, sin mucho preámbulo, comenzamos a tragar. El guiso con aceitunas y zanahoria está bueno aunque lleva mucho tiempo servido y se ha enfriado.  La sopa, sublime.  Algunos comparten viandas que han traído.  

   La Catedral del Sagrado Corazón parece la central nuclear del Señor Burns.Nació el mismo año que el país se quitó el yugo francés,1962. Su interior huele a incienso. Celebran una misa y me muevo sigiloso por su parte trasera. La que controla el acceso no me quita ojo.  Se me acerca y con unos modales refinadísimos me invita a abandonar el recinto. "Déjame solo hacer una foto a eso, por favor" digo señalando a una especie de ventilador aéreo. "No".

  Cojo el metro. Los letreros no están solo en árabe pero una joven con velo ve que dudo sobre la dirección de mi destino. Me ayuda amablemente. Le lanzo un puño en agradecimiento. Me dice "no puedo";. Sigue siendo encantadora.

   Bajo a la altura del Museo de Bellas Artes. Es fácil desorientarse un poco en las 32 hectáreas del Jardín de Hamma. No todos los senderos son rectilíneos. Hay plátanos, palmeras y estanques. También ficus y cactus.  Tan extenso que se ha tragado un zoo en su panza.



   A la subida al teleférico me compro un imán. Souvenir barato para cumplir. El tipo, más pícaro que un español, me da la vuelta cortísima. Me pongo serio y reclamo lo restante.  "Oh, I am sorry, my friend". No cuela.  Al retornar a mi país leo que el magnético pone "Aleria". Vale, empate a uno.




   Junto al Monumento a los Mártires me ofrezco para que dos amigos puedan salir juntos en sus imágenes. Son estudiantes del Chad, uno de ellos se forma para médico. Niños van en bici o patinete por la explanada.  El soldado cree que sí pero el Museo Nacional tiene sus puertas cerradas.


   Mi viaje toca a su fin. Había quedado encantado cuando un varón me permitió ir con él en su taxi y pagar una cantidad reducida.  El taxista es un chico divertido, forofo del Madrid y, además del gps, lleva la clásica aplicación de ligar en el móvil. Quedé con él para que me viniese a recoger al día siguiente. Sin problema. Hasta bromeamos sobre mi baño en el frío Mediterráneo.  Quedo esperando en la Plaza de los Mártires sentado sobre la acera. Pasan unos minutos y no llega. Le escribo "¿Te has olvidado de mí?" y adjunto carita tristona.  Tengo que pedir otro. Suena música de Tarantino...