viernes, 4 de agosto de 2023

Funchal

 

*Un paseo por la capital de Madeira


   A la espalda del Forte de San Tiago,en la Calle de Santa María, los restaurantes cercan a los turistas con mesas para que no se escape ni uno. Me dejo secuestrar. Hay que probar la sabrosa gastronomía local. Me aventuro con las lapas de concha brillante. Saben a mar, todo bien mientras no te fijes en la cabecita con cuernos.

 

  En las dos plantas del Mercado de Lavradores,de arquitectura modernista y azulejos costumbritas,pruebo frutos tropicales y coloristas, no conocidos por mis latitudes. Otro souvenir imperdible son las chaquetas, ponchos o mantas de lana. Importada desde luego.

 

 El Museo de Henrique y Francisco Franco,no se confundan pese a ser coetáneo, conserva la memoria de dos hermanos que se forjaron en París.  El primero de ellos, con autorretratos de mirada triste y paisajes geométricos a lo Cezanne. El escultor se vio afectado en los últimos años por las secuelas de un atropello.


  La Catedral, con techo mudéjar, se erigió a finales del XV, los tiempos de Don Manuel. El contrapicado desde la escalera recuerda a la plaza de España de Roma.


 

  En el Convento de Santa Clara, Monumento Nacional con influjo hispano, morisco y flamenco, no se permiten ciertas fotos pues los colegiales juegan en el recreo. 


  Colón está en todas partes. También se sienta en el Parque de Santa Catarina.Fue hasta 1939 el Cementerio de las Angustias. Tiene un lago con patos y una capilla. También hay más de un Zarco, descubridor de la isla que pisó primero Porto Santo.

 

   Cierran Poças de Gomes por el agresivo oleaje. Cruzo un húmedo túnel que me moja los pies. Aparece Praia Formosa, punto más occidental de la ciudad, donde los cantos rodados son proyectiles. Por aquí atacaron los corsarios franceses en el XVI. El socorrista hace sonar su silbato para que un joven no se bañe en cueros.


   La compañía ferroviaria para llegar a Monte se fundó en 1891 pero la última estación no se inauguró hasta 1912. La extensión de las vías casi alcanzaba los 4 km y se tardaba media hora en recorrerlos. Una de las paradas era en Atalhinho, junto al Grand Hotel Belmonte. La capacidad de los locomotoras era de 60 pasajeros. Desde la Gran Guerra el impacto del turismo se fue apagando. Además el tren se vio afectado por varios percances; en 1919 una explosión y en 1932 un descarrilamiento. La compañía entró en bancarrota y cerró sus instalaciones en 1943.

  Asciendo en teleférico.15 minutos suspendido en el aire para recorrer 3000 metros. La máxima altura que logran las 39cabinas sobre el suelo es de 39m.Pura numerología.La pantalla muestra la foto de rigor que tomaron abajo.Un parque de atracciones.


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Si hay una imagen icónica es la de los carros de cesto.Construidos artesanalmente con mimbre y madera. Los carreiros,por parejas y de blanco impoluto,llevan sombrero de paja y botas de goma que ayudan en las frenadas.Son 2km de descenso hasta la Estación dos Carreiros, en el Livramento, en una tradición que viene del siglo XIX. Cuesta ver turistas que sientan la adrenalina con sus ojos y no con los de su celular.

 

  En el Santuario de Nuestra Señora del Monte está la tumba de Carlos I, fallecido por neumonía en 1922.Sólo pudo ser emperador austrohúngaro 2 años y,tras su exilio en Madeira,apenas sobrevivió cuatro meses;mala suerte. Fue beatificado en 2004.


 

   Un aluvión arrasó con la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción en 2010. Sólo se salvaron una imagen de la Virgen y un crucifijo plateado torcido. "El poder de Dios" dice la única feligresa que allí ora. La restauración ha quedado brillante.