viernes, 8 de enero de 2016

El Levantamiento de Varsovia

La versión de la historia que nos cuenta el Museo del Alzamiento
(Inaugurado a los 60 años del acontecimiento)


   Varsovia es un milagro.  Ya había sido destruida en septiembre del 39 y durante la sofocación del guetto. En julio del 44 empieza la evacuación alemana, cuya fortaleza en la contienda venía ya de capa caída. La hora W son las cinco p.m. del martes uno de agosto. Comienza la euforia. La idea era que el levantamiento durara apenas unos días pero se prolongará sesenta y tres. Entre los insurrectos hay sacerdotes. También foráneos. Muchos eslovacos y húngaros y algún desertor de los alemanes.  Aún con bajas consiguen tres cuartas partes de la capital, entre ellas la ciudad vieja. Los alemanes conservan puntos estratégicos: puentes, estaciones de ferrocarril, aeropuertos y cuarteles.

   El 3 de agosto Churchill ordenó el abastecimiento por vía aérea de alimentos, armas y vendas. Era peligroso acercarse a Varsovia por aire porque los alemanes podían destruirlos.  Del cuatro de agosto a septiembre vinieron más de un centenar de aviones. Lanzaban desde poca altura pero sin paracaídas y mucho material se rompe. La gran mayoría de los paquetes lanzados caen en manos enemigas. Stalin no dejará sus pistas de aterrizaje hasta el 13 de septiembre. Los insurrectos pensaban que los rusos estarían de su lado. No sabían que en la Conferencia secreta de Teherán, de diciembre del 43,el soviético se asegurara futuros beneficios en Polonia.

   Otra demostración de que los soviéticos iban a luchar contra la independencia polaca está en Lublin, al sureste de Polonia. Desde el levantamiento empieza a mandar allí un gobierno ilegal dependiente de los rusos que durará hasta diciembre del 44. Son comunistas y reaccionarios y luchan contra los ejércitos patrióticos.     
 
 


   Heinrich Himmler quería matar a todos los prisioneros para dar un ejemplo aterrador. Hubo ejecuciones civiles en el Barrio de Woda desde el 5 de agosto, el Sábado Negro, con violaciones y saqueos. Incluso ejecutaban en los hospitales. Y los colocan de escudos vivientes haciéndolos caminar delante de sus tanques.



   La gente almacena en casa reservas de comida y agua. Pero pronto escasearán. Toman sopa de cebada, que acarreaba que escupiesen la cáscara al comer. Tienen que comprar armas, robárselas al enemigo o recibirlas de los aviones de los aliados. Construyen barricadas. 

   Todos los edificios se destruyen. El ejército patriótico (AK) salva el cerco a través del alcantarillado, que fuera diseñado en el XIX. Eran unos dos kilómetros de largo. Caminan sobre desperdicios tóxicos. Muchos mueren. Apenas llegan 800 exhaustos.Esos canales facilitan el suministro de alimentos.Había “chicas de transmisión”y varones mensajeros apodados “ratas de alcantarilla”. Pero desde mediados de agosto los alemanes empiezan a destruir y gasificar estos canales.

   En cuanto a la prensa, Los alemanes  utilizan muchos textos en polaco como propaganda. Desaparecen las revistas polacas independientes; sólo quedan las clandestinas, que hacen hincapié en los crímenes cometidos por los alemanes. Entre ellas Piedras para las barricadas.

   Hay vida cultural en los días de insurrección; florece la poesía, hay conciertos, teatrillo de marionetas. El cine Palladium proyectaba crónicas patrióticas como Varsovia lucha. La segunda semana de agosto se inicia la programación de dos emisoras de radio. Pero la red telefónica ha de ser continuamente reparada. La comunicación por radio se mantiene gracias a una emisora en Gran Bretaña.La canción del movimiento es Compañeros, clavad las bayonetas. Su autora posó para que se hiciese la estatua de La Sirenita que hay junto al Vístula.

   En septiembre los alemanes atacan los barrios más cercanos al río. Los polacos esperaban ayuda del este.   Acaban enterrando cuerpos junto a escombros . Muchos se envuelven en sábanas y se identifican con su nombre en una botella. Hay miedo a epidemias.

   Tras la capitulación los alemanes siguen saqueando, incluso las farolas. Una destrucción sistemática del patrimonio cultural. La ciudad queda sometida a humeantes escombros. Muchos palacios, bibliotecas y conventos quedan en ruinas. En octubre los insurrectos deben irse de la ciudad en destacamentos. Van a campos de prisioneros, a hacer trabajos forzados o a campos de concentración.  Los llevan en vagones de ganado.   Hay algunos judíos, apodados Robinsones, que se niegan a abandonar Varsovia. Se esconden en la ciudad hasta la llegada de los rusos en enero del 45. Como en El Pianista de Polanski.

   La nochebuena famélica del 44 es la única que Varsovia no celebra. Muchos siguen sin noticia de sus familiares.   Los comunistas que ahora mandan en la ciudad tratan como criminales a los insurrectos que lucharan por Varsovia.  Dieciséis jefes de la Resistencia Polaca son juzgados. Quieren dejarlos en ridículo. La propaganda comunista les acusa en falso de colaborar con los alemanes. Algunos serán encarcelados para siempre, otros mueren torturados.

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