miércoles, 30 de octubre de 2013

La muralla de Compostela

Ruta de Compostela Viva (septiembre 2012)
*Publicado en La Opinión el 27-9-12

Una colmena es la Almendra otro sábado por la mañana.Si bien muchos universitarios volvieron a casa a lavar la ropa y comer de cuchara, las calles devuelven el eco de turistas, peregrinos y picheleiros. En la Alameda fragor; los damnificados por Caixa Galicia han convocado la enésima cacerolada y se disputa un torneo de baloncesto de tres contra tres a una canasta. En el palco de la música me reúno con los participantes de la segunda ruta de “Compostela Viva” organizada por el Ayuntamiento y la Red de Centros Culturales. Marta Rivadulla, compañera de facultad, nos abre los ojos a un pasado de piedra.

Una razzia de Almanzor había arrasado la catedral. Cuenta la leyenda que carreó las campanas hasta Córdoba para fundirlas y no profanó la tumba porque vio un monje orando. El obispo Cresconio se decidió a levantar en 1040 una fortificación en previsión de ataques piratas.En treinta hectáreas vivían unos cinco mil habitantes.El Códice Calixtino enumera siete puertas y cuarenta y ocho torres;las únicas circulares estaban en Porta Faxeira por donde penetraban romeros lusos y pescado de Noia, Fisterra o Pontevedra.


La toponimia ayuda a recordar.En Ruela do Peso los oficiales realizaban el control fiscal de la mercancía.En Porta da Mámoa,donde hubo enterramientos megalíticos, finaliza el eje más largo que viene de Porta da Pena. El vino del Ulla o Ribeiro venía por Mazarelos. Junto a la iglesia de San Fiz de Solovio había un postigo tan estrecho que no permitía el paso de carros;lo solicitó el Conde de Altamira para un rápido acceso a su Pazo, ubicado en el solar de la actual Plaza de Abastos. Nunca me percatara de que en la iglesia de San Agustín hay una imagen de la Virxe da Cerca , gemela de la que fue decapitada a inicios de año en la Enseñanza. Las órdenes mendicantes, dominicos y franciscanos, fueron pioneras en plantar sus templos a extramuros. Porta do Camiño se engalanó en 1859 para recibir entre vítores a Isabel II; era el escaparate de quien finalizaba el Camino Francés y la sede de la alhóndiga donde se vendía el cereal castellano. Con la miel en los labios me citaron para noviembre para vislumbrar el resto de la cerca escondida.

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