*Conferencia de Armand Balsebre en el Ateneo de Santiago (29-X-2018)
Un genio creativo.
Su objetivo era triunfar en Broadway. Sólo le daban trabajo en teatros de de
Manhattan más al norte de la calle setenta. Al principio era la radio quien le
dio de comer. Tenía gran facilidad para desdoblar voces. Tenía un personaje, La sombra, que capturaba a los
criminales.
Desde julio del 38
había adaptado en la radio a Drácula,
Sherlock Holmes, Oliver Twist.Una semana antes de su gran provocación se
atrevió con La vuelta al mundo en 80 días
y la posterior El corazón de las tinieblas
de Joseph Conrad. Con La Guerra de
los Mundos consiguió tal impacto que le abrió las puertas de Hollywood. El
cheque en blanco para hacer Ciudadano
Kane.
Fue un domingo a la noche, víspera de Halloween. Howard Koch, el de Casablanca, fue su guionista. Bernard Hermann, que nos atemorizó en Psicosis, dirigió
la orquesta. Y su compañía, Mercury Theatre. Para que tuviera credibilidad buscó un efecto de
noticiario, de informativo.
Todo se basó en una
obra de H. G. Wells, autor también de La isla del Doctor Moreau,
escrita en 1898. Habla de la invasión de Londres por marcianos. Orson
trasladó la acción a Nueva Jersey. La
ciudad era atacada con rayos ardientes, más tarde llamados láser, y gases
venenosos. Las máquinas fueron muy
similares a las que luego se vieron en La
Guerra de las Galaxias.
El espectáculo duró
unos 57 minutos. Interrumpieron la música para comentar que hacia las 19:20 se
observaran varias explosiones en Marte. El Planeta Rojo se encontraba en el
punto más próximo a la Tierra, 65 millones de kilómetros. “El mundo está siendo
observado y escrutado por inteligencias muy superiores a la del hombre”. Contactaron
con el profesor Pierson, interpretado por el propio Welles, que tenía el
observatorio en Princeton. También
dieron paso al Ministro del Interior.
“Hay urgente necesidad de conservar la calma. Podemos confiar en las
fuerzas militares y en Dios”. El
reportero Carl Philips describió la nave; “les daré todos los detalles
mientras pueda seguir hablando”. Los humanos sacaron la bandera de tregua. Los
marcianos se dirigieron a NY. “Creo que han aprendido a volar. No hay nada que
hacer”.Los extraterrestres murieron por el contacto con unas bacterias a
las que no eran inmunes.
32 millones de
personas estaban escuchando la radio. La CBS no era líder de la franja. La
NBC seducía a los oyentes con el show
humorístico del ventrílocuo Edgar Bergen con el muñeco Charlie Mc Carthy.
Solían entrevistar a un famoso. Pero cuando ponían música muchos aprovechaban
para hacer zapping.
Para los que le
critican su código ético,Welles avisó al inicio que se trataba de un
radioteatro y mediado el programa insistió en ello. Pero en la radio no todos
tienen siempre puesta toda la atención. Cerró la emisión así. “Lo hicimos sin
mala fe. El invasor de risa burlona no es otro que una calabaza con remiendos”.
Había un caldo de
cultivo bien abonado. Se venía de la Gran Depresión en la que muchos americanos
perdieran el empleo y el hogar. En marzo
de ese mismo año Hitler se anexionó Austria. Había corresponsables como Edward
Murrow que daban cuenta de esas noticias.El pánico fue generalizado. Muchos
asociaron lo acaecido con los alemanes.
Hadley Cantril hizo
un estudio que demostró que sí hubo gente que se creyó lo de los
extraterrestres. Se entrevistó a 300 personas. Muchos llamaron a la policía,abrieron
la ventana para mirar si se había destruido el rascacielos de la CBS… Algunos
rezaron, lloraron, escaparon o se encerraron en sótanos. Pensaron que el Juicio
Final había llegado. No se registraron víctimas.
Balsebre hizo un
tributo en 1988, 40 años después, para un auditorio de 500 personas. Juan
Manuel Soriano, Constantino Romero y Arsenio Corsellas fueron las principales
voces. “La Ser nunca más lo volvió a
emitir”. Josep Pons se encargó de la música.
Hoy en día podemos
parecer más escépticos. Pero habría que ponernos a prueba. En 1991 el programa Camaleón
de TVE que se emitió sólo en Cataluña hizo un experimento similar. Dijo que hubiera un golpe de estado en la
URRS y que habían hecho desaparecer a Gorvachov. El responsable de este falso
noticiario corrió menos suerte que Orson Welles y fue despedido.
Pero a pesar de la
creatividad del director de La Dama de
Shangai no fue el pionero en sacarse de la manga una broma macabra para
atemorizar. Ronald Knox, sacerdote y crítico literario, informó en enero de
1926 de que en Londres había gentes iracundas que lanzaba bombas contra la
policía; habían incendiado el Parlamento y destruido el Big Ben. Hasta hicieron
una conexión con el Hotel Savoy. Se
respiraba el miedo de que hubiese un eco de la Revolución Soviética de 1917; y
lo cierto es que poco después se produjo una gran huelga general.
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