Un viaje por Edimburgo
La fritanga ha
derretido las bolsitas de mantequilla. El desayuno británico me sube el colesterol.
Y el ánimo. Importemos ya el haggis.
Recuerda a nuestra morcilla. A la hora
del almuerzo todo es válido para freír y rebozar, incluso las chocolatinas. O
un fish and chips de abadejo. No se
planteen unas tapitas porque en este país no regalan ni un cacahuete con tu
cerveza del tiempo. Otro consejo. Si te pegas una siesta la mayoría de las
atracciones culturales de interior han expirado.
Edimburgo no tiene
unas dimensiones desproporcionadas. Cuenta con medio millón de personas pero
durante el Festival Fringe el casco urbano se colapsa como el metro en hora
punta. JK
Rowling vino porque acá residía su hermana. Había cortado con su novio
portugués. Iba a escribir a la Cafetería Elephant
House para ahorrar la calefacción en casa. Surgió el embrujo.
Domemos la urbe. La
mayoría de las casas del Old Town son del XVIII ó XIX aunque hay alguna del
XVI. El paseo principal discurre por la Royal Mile.La espina de pescado.Un
secreto,en realidad son cuatro calles engarzadas.Cuentan que los ricos vivían en
la primera planta por si había que desalojar el piso por un incendio.Una ley
prohibió antaño echar “las aguas”por la ventana antes de las diez de la
noche,cuando ya solo había borrachos por la calle. En los sótanos de la urbe
proliferó durante mucho tiempo el cólera, tifus y viruela. Hasta 1930 no
llegaría el alcantarillado.
Has de tomar una
decisión. Si cenar fuera esa noche o pasar por taquilla,casi diecisiete libras,
en el
Castillo de Edimburgo. A la una
de la tarde dispara el cañón festivo.
Cuentan que sobre la mole volcánica apareció la primera fortaleza hacia
el año 600. Su posición casi
inexpugnable repelió múltiples asedios como el de los jabobitas en 1745. Tras
acceder por el exhaustivo control de seguridad nos escoltan las gradas
instaladas para los festivales militares.Además del Museo Nacional de la
Guerra, en una terraza ajardinada montaron el cementerio de las mascotas de
los soldados.La importancia de la Capilla de Santa Margarita radica más en su
longevidad que en su belleza. Es del
siglo XII, tiempos románicos, y se considera el edificio más antiguo de la
ciudad.
El Génesis reza que Jabob se quedó dormido
recostado sobre la Piedra del Destino.
Soñaba con una escalera hasta el firmamento. Tras varios avatares los monarcas
escoceses del medievo se coronaban sobre ella en la Abadía de Scone. Hasta que
Eduardo I de Inglaterra se apoderó de la reliquia a finales del XIII y la
plantó en Westmister. Hubo que esperar
hasta 1996 para la devolución de la simbólica joya del Palacio de Holyrood al
Castillo de Edimburgo. Con las gaitas entonando Misión Imposible.
Casi sentado en un trono nos espera David Hume. Al muchacho le gustaba
aprender. Entró en la universidad con 12 años. Además de filósofo, ateo y
empirista, era historiador y economista. Hoy hay la costumbre de tocarle el
dedo gordo del pie derecho. Un bautismo intelectual.A ver si nos aporta algo
de sabiduría y suerte para los exámenes.
En este paseo de la fama, escaparate de Escocia en el mundo, no podía
faltar el economista Adam Smith.
El Mercat Cross es como el kilómetro cero
de Edimburgo. En lo alto del poste un
unicornio, pues se consideran ingobernables, con una bandera que porta el aspa
de San Andrés. Es el lugar donde se reunían los comerciantes de las ciudades
escocesas. Por ello también merodeaban los hambrientos ladrones y una
incipiente policía secreta. Uno de los
vejatorios castigos era permanecer 24 horas clavado de una oreja. Esa marca, un
estigma,te dificultaría mucho conseguir trabajo. También allí se llevaban a
cabo las ejecuciones y se anunciaban los nuevos reyes. Cuentan que en 1952 el
jinete tardó tres días en llegar desde Londres para desvelar que Isabel II se
convertía en monarca.
El Corazón de Midlothian,también un equipo
de fútbol, marca en el adoquinado el lugar donde existió una prisión. Walter
Scott le dedicó una novela. Hoy se escupe allí, sin rubor, buscando buena
ventura.
Deacon Brodier´s Tavern tiene miga.Era
un ebanista del XVIII muy respetado en
la ciudad. Pero le subía más la adrenalina robar cuando caía la noche. Fácil
tarea para un cerrajero. Sus hurtos le permitían mantener un lujoso nivel de
vida y dos amantes. Incluso llegó a
tener secuaces para ayudarle en sus fechorías. Hasta le pidieron a él mismo que
investigara el caso. Tras 18 años se descubrió el pastel. Quiso huir a
Ámsterdam pero fue capturado. Fue condenado a la horca. Hay leyendas que
defienden que consiguió zafarse. Su historia inspiró a Stevenson para
construir Doctor Jekill y Mister Hyde.
Las iglesias
escocesas se autofinancian. No reciben una libra por parte del Estado. Así,muchas
acaban camufladas como bares, discotecas, mercado o incluso rocódromo.En la de St Columba me invitan a tomar pastas e
infusiones. Tron Kirk, con orígenes
en el XVII, ha permutado en un mercado de artesanía y complementos. La catedral
de Edimburgo, con cúpula en forma de corona, solo tuvo esa función realmente en
dos momentos muy puntuales del XVII. Está ofrecida a St Giles,patrón de la ciudad y de los leprosos.Allí John Knox
inició la Reforma;clamó por ignorar a los obispos y centrarse en el rezo
individual. En 1637 la vendedora Jenny Geddes lanzó un taburete a un predicador
inglés que intentaba introducir el anglicanismo.En la Capilla del Cardo un
angelito toca la gaita; esa talla de
madera es el orgasmo de los turistas. Fotos permitidas.
Justo
detrás de la catedral está el Antiguo
Parlamento;ahora funciona como juzgado.Con togas y pelucas.En esa plaza
existió un cementerio al que conocían por lasaña
pues los cadáveres se depositaban por niveles. Sólo permanece un cuerpo, el de John Knox en la plaza de parking número
23. A lo Jordan.El sacerdote, que trajo las ideas de Calvino, tenía su hogar muy
cerca.
No nos confundamos
con el nuevo Parlamento. Escocia
volvió a recuperar sus funciones hace menos de dos décadas tras casi 300 años
dependiendo del de Gran Bretaña. Esta
estructura vanguardista de acero, roble y granito se asienta junto al Palacio
de Holyrood. Es obra del arquitecto catalán Enric Miralles. El presupuesto se
disparó hasta los 400 millones de
libras.
Dejándose caer
cuesta abajo irremediablemente aparecerá el Palacio De Holyrood. El acceso es posible siempre que la Reina
Isabel no esté de visita. Conserva una abadía
agustina del XII que se encuentra en ruinas. Curiosea las pertenencias de María
Estuardo en su aposento de la torre
noroeste. Hay casi un centenar de retratos de la dinastía.
Las fachadas de Victoria Street son un arco iris de la estética. El éxito es
mayúsculo en la tienda de mágica. Hay vigilante y cordón de seguridad. Impacta el cerdo casi segoviano del negocio
de bocadillos de carne mechada. Mi tienda favorita es la de disfraces
carnavalescos.
En un extremo de Cowgate,zona
de movida nocturna,está Grassmarket.
Toda una etimología pastoril. Hoy me divierto con los malabarismos del showman
sudafricano. Fue antaño lugar de ejecuciones públicas. El ayuntamiento daba
siempre como última voluntad un trago antes del ahorcamiento. A Maggie Dickson le asignaron un marido
mucho mayor al que ella no deseaba. Cuando fue repudiada emigró para no sufrir
las iras de la turba. Pronto se quedó embarazada del hijo de los señores para
los que trabajaba. Disimuló vendando el vientre. Murió la criatura y hubo de
esconder el cuerpo. Cuando se descubrió todo fue condenada. La horca no segó su
vida. Se convirtió en “la medio colgada”.
Aprovechando la redacción de leyes vigentes un abogado afirmó que no la
podían volver a juzgar por un mismo delito.
El considerado peor
poeta de Escocia,William McGonagall, está enterrado en el Cementerio de Greyfriars.Y los más susceptibles creen que un
fantasma atraviesa el Flodden Wall.Además,
se recrea la melancólica historia del perro Bobby. Su dueño,un
policía,murió de tuberculosis.El chucho vigiló su tumba hasta que falleció. ¡14
años! Lealtad suprema en tiempos victorianos, donde había costumbre de
sacrificar a los canes callejeros.Hasta recibió un guiño en Futurama.
En 1638 se firmó la
National Covenant.Los protestantes
pasaban a imponerse a los episcopa-lianos de Carlos I.Tras la batalla de Bothwell Brig los Covenanters fueron
encancerlados en con-diciones miserables, al aire libre,y ejecutados en este
camposanto. Solo sobrevivieron doscientos setenta de los mil doscientos reos;
fueron enviados a las colonias pero el barco se hundió. El ejecutor de la
matanza fue el sangriento abogado George Mackenzie, que representaba las ideas del “Alegre
Monarca”Carlos II. En agradecimiento
el letrado descansa hoy en mausoleo.
La cúpula
redondeada del Museo Nacional me
recuerda al Orsay. Es un popurrí de ciencia, tecnología e historia. Y una
terraza en el séptimo piso para respirar. La Oveja Dolly está mareada de dar
vueltas. Enfatizan los personajes que vinieron al mundo en su tierra y que
Reino Unido reivindica como suyos. El
futbolista Kenny Dalglish, el ciclista Robert Millar, que recientemente anunció
su cambio de sexo, o James Watt, que mejoró la máquina de vapor.
Edimburgo
nace,cual Imperio,en el regazo de siete colinas. Calton Hill nos recuerda a la Acrópolis de Atenas. Hay monumentos
conmemorativos a las victorias sobre Napoleón y a los caídos en combate. Se
acabó la plata y el Partenón
neoclásico quedó inacabado.
La Torre Nelson, a 32 metros del suelo,
conmemora la victoria en Trafalgar pese a que al almirante le costó la vida.
Sin necesidad de telescopio a mano izquierda se divisa, bajo una ligera visera
de nubes, el Puerto de Leith. Hacia
el este,modificando el entorno los Risco
de Salisbury y la Silla de Arturo.
En el camposanto de Old Calton descansan profundamente el
arquitecto Thomas Hamilton y David Hume. Un obelisco distingue a cinco
reformistas religiosos. La estatua de
Lincoln puede desconcertar; honra a los escoceses que lucharon en la Guerra
Civil a favor de La Unión, es decir para abolir la esclavitud.
El monumento a Burns imita la Linterna de
Lisícrates ubicada junto a la necrópolis ateniense. La capital escocesa buscaba inspiración en
Grecia mientras Londres fascinaba por Roma.
La estación de tren de Waverley, una
madriguera en el ecuador de la ciudad, semeja un invernadero industrial. Ese
valle fue la bañera de un lago hasta que fue drenado en el siglo XIX.
La New Town, escenario de la inolvidable Trainspotting, no debe despreciarse. Dicha
ampliación del trazado urbano se remonta
a los siglos XVIII y XIX. Es un
barrio georgiano con hogares neoclásicos.
Muchos viajeros no van más allá de Princess
Street donde marca las horas el reloj del lujoso Hotel Balmoral. Esta
arteria es peculiar por tener negocios a una vera y vistas al parque en su
vertiente sur. A Livingstone le
cagaron las palomas en la cabeza. La noria,
el ojo de Edimburgo, aporta la guarnición lúdica. El monumento a Scott, un
cohete gótico a punto de partir, mide 61 metros y tiene 287 peldaños. Su aspecto mugriento da una imagen de como
sería la ciudad Vieja y Humeante.
Edimburgo estaba muy contaminada; en algunos edificios aún se ven las marcas de
tizna de cuando empleaban lámparas de fósforo.
Ahora las chimeneas ya no están en uso.
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