jueves, 29 de noviembre de 2018

El Frente de Teruel y el día después


Conferencia de David Alegre  (con su manuscrito a medio romper)


23-XI-2018, Facultad de Filosofía de la USC.  Iniciativa de Hispona


   “Un lugar inhóspito, perdido de la mano de Dios”. Un paisaje estepario, pedregoso, casi lunar. Teruel es una batalla decisiva en la guerra aunque la fama se la haya llevado el Ebro. Implicó a 100.000 combatientes por bando. Cifra espectacular pues entonces toda la provincia de Teruel tenía 240.000 habitantes, el doble que ahora. España era un país tercermundista, con malas infraestructuras.

   Hasta tiempos contemporáneos los inviernos eran tiempos de pausa en las guerras. El bando republicano dio un ultimátum muy explícito: quien no se uniera a sus filas, también referido a civiles, sería considerado un enemigo. Los sublevados formaban al triple de personas.

   Es una batalla de desgaste, dos meses y medio.  Se emplearon métodos modernos desde la fallida ofensiva sobre Madrid en noviembre del 36. Las trincheras en zigzag conseguían evitar cuantiosos daños de las bombas expansivas lanzadas desde medios aéreos. Cualquier medio era válido para lograr la rendición del enemigo: artillería, minas subterráneas…

   No tenían el equipamiento adecuado para sobrellevar el invierno. Una sensación térmica de  -25 grados y algunos calzaban alpargatas de esparto.Muchos sufrieron enfermedades respiratorias. En el Hospital de Calatayud constataron que sólo un 20%podría volver a trabajar con solvencia. Los republicanos pidieron botas a una empresa checolovaca. Muchos tenían que robarle la manta a un compañero o a un muerto.Otros quedaban congelados tras pasar la noche.

   Pero no escatimaban en medios,más los sublevados,para que llegasen al frente tabaco,vino y coñac,que era conocido como“saltaparapetos o saltatrincheras”. Ayudaba a no perder el valor.

   Un estudio constata que un soldado puede aguantar unos 21 días en primer línea. Esa fotaleza a la que John Keegan bautizó como el “rostro de la batalla”   Los sublevados solían ir alternando a sus combatientes cuando transcurría ese tiempo.
   El centro de operaciones de Yagüe y su frente marroquí estaba en un pueblo del norte, Calamocha. Hubo constantes problemas con los lugareños  por las violaciones a mujeres. Y embarazos no deseados.  Ambos bandos saquearon pueblos como Albarracín para requisar gallinas, bovinos… 
   La República tenía una buena dotación de camiones en La Muela, alto al oeste de la ciudad. Pero las nevadas dejaron un manto de 60 cm lo que inmovilizaba todo. Robaron caballos pero no había personal veterinario para atenderlos.
                                 *Foto de Javi Benedito              

   Al acabar la Guerra en los pueblos arrasados los civiles empleaban cualquier madera que encontraban para hacer hogueras y combatir el frío. Servían las puertas, y ventanas, no así las choperas de los ríos que eran muy húmedas.

   Quedó todo devastado. Subió el nivel de vida más que en ningún sitio de España. Hubo estraperlo. Se discutía sobre que molinero era el más ladrón… Y solidaridad para construir acequias.

   La construcción de las viviendas fue autogestionada. Hubo corrupción.Pero también trueque, por ejemplo permutando unos cultivos por cemento. Los zagales huérfanos robaban en los carros para poder sobrevivir;a menudo acababan en el calabozo donde,al menos,podían cenar.

   Muchos casos de enfermedades mentales, incluso familiares de David Alegre, no sanadas años después del alto al fuego. Y aumenta el índice de suicidios. “Estaba de moda colgarse”.

   La chatarra de guerra contaminó la tierra. Era complicado desactivar las bombas y muchos saltaron por los aires; la mayoría se detonaron de una forma controlada prendiendo fuego a plantas secas de montaña. En los años 40 y 50 el franquismo llevó a cabo una política de reforestación con pinares.

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