en la Fundación Torrente Ballester
sobre la obra culmen del escritor gallego (22-12-2014)
Cuando preparan
algo en la Fundación Torrente Ballester “siempre hay algún inconveniente.
Creemos en meigas pero no en gafes”. Esta vez Carmen Becerra causó baja por un
catarro.
La saga/fuga es una de las cumbres del
experimentalismo. Publicada en el 72 significó al fin el reconocimiento del
escritor ferrolano, ya sexagenario, por la crítica. “No entiendo por qué me
hecho tan popular con esta obra cuando se me acusaba de ser un escritor muy
intelectual”.
Estamos ante una
obra mágica, casi disparate absoluto, en una línea que ya ensaya con El Don Juan. Tenía que pasar por la
criba de la censura. El doce de junio les llegó el denso volumen y la jornada
siguiente ya se redactó el informe. “La acción pasa en un pueblo imaginario,
hay locos que dicen alguna cosa sexual y palabrotas. No merece la negación ni
la aprobación para tanto cretinismo”. El silencio administrativo fue una gran
noticia para las letras hispanas.
El curioso título
se debe a que todos los nombres de los
personajes protagonistas desde el Medievo son con J y sus apellidos con
B; así hay un Jacobo Balseyro o José Bastida. Pero sólo puede haber un JB en
cada época y en la posguerra hay tres. Y
los antagonistas son un linaje de clérigos, virtuosos de un instrumento, con
nombres arcaizantes que empiezan por A.
Está ambientada en
Castroforte del Baralla, su mitológica Pontevedra, donde los forasteros son
godos. Si alguien desaparece se dice que lo habrán comido las lampreas del río
Mendo.

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