En Zagreb hay un Museo de las Relaciones Rotas.
Amorosas. A sus trabajadores les hará falta terapia pues cierran a las diez y
media en verano. El suministro vitamínico diario lo hallará en el Mercado de
Dolac.El tejado de la Iglesia de San Marco exhibe los escudos de Croacia, Dalmacia,
Eslavonia(no me he equivocado)y Zagreb. El Cementerio Mirogoj substituyó a una
decena de camposantos anteriores. Se inauguró muy poco antes del catastrófico
incendio de 1880.
En el litoral
pedaletas,hinchables,porterías de waterpolo,submarinos para ver las
profundidades… Aún no se inventaron las playas de arena. Calza fanequeras para
no molestar a los erizos, auténticos dueños de lo abisal. Si portas tu equipo
de snorkel apreciarás un acuario multicolor.
En la bulliciosa Porec un militar montó una asociación
para defender a los gatos callejeros. Una corbata gigante ajedrezada reconoce
que fue invento patrio. Los heladeros montan un espectáculo de dudoso
malabarismo; Caen Bolas y cucuruchos pero despiertan el interés de los guiris. Pasado
el Linski Kanal, fiordo de Istria, aparece
la devota Rovinj. En el Museo Cívico exponen grabados del
excéntrico Dalí con sus obsesiones por la religión y el sexo. A reponer fuerzas
con cochinillo y mazorca de maíz. Pula levantó
estatuas en honor del maestro Joyce y Nicola Tesla, insigne inventor que
permanece a la sombra de Edison. Sin
soltar una kuna puedes ver bien el anfiteatro romano desde el exterior. Mastodontes
hoteles cuidan el ocio de jubilados en Opatija.
Piso un suelo estrellado. Me emociona el brillo del bombardero Ivanisevic y
Drazen Petrovic, escolta que perdió la vida en un accidente de tráfico en
1993.
El Parque Nacional de Plitvička es la gallina de los huevos
de oro. Veintipico euros más parking y tentempié. Cataratas, cuevas y lagos.
Fauna y flora. No se permite un chapuzón. Los animales
autóctonos, acostumbrados a los mimos de foráneos, no se asustan. Ecosistemas
adaptables.
Tendidos de la luz azules.
Mozas que limpian parabrisas en las gasolineras. Paisanos se tiran en el arcén.No hacen
autostop.Alquilan sus apartamentos.Ninguno aceptará tarjeta de crédito. Zadar sorprende.Cuelgan inciensarios en
Santa Anastasia.Me arrodillé ante la inscripción a Santiago Apóstol en la
sartén azulada que llaman“Saludo al Sol”.Espejismo. Las olas resuenan en el
órgano marino.Noche cerrada. Un flexo de interrogatorio saca al grafitero de
penumbra.
La costa dálmata es una sopa de fideos.
Mil islas. Tomo una ración de tiburón en una tasca portuaria de Sibenik. Descubrí Primosten en
una postal. Su camposanto mira al Adriático. ¡Cuántos lozanos se marcharon
prematuramente! En Trogir las
apresuradas motocicletas invaden el carril contrario. Cierran las puertas del
bazar subterráneo de Split a medianoche.
Escuchar canciones en el Palacio de Diocleciano es una delicia. El estadio del Hadjuk, con una torcida
demasiado fiel, se parece a Anoeta.
El paraíso de Dubrovnik se haya bajo las escaleras. Ángeles
descienden en teleférico mientras no se transforma en calabaza. La antigua
Ragusa es un marmóreo baluarte flotante. Imponen coronas a los novios en la Iglesia
Ortodoxa Serbia. Que San Vlaho les proteja. Artistas callejeros pintan. El sol
amenaza con derretir sus cuadros. Un explorador se pavonea con sus loros.Mi
camiseta nueva del Mariscal Tito levantó ampollas en algunas capas sociales. Es
mi estética, si no le gusta me pongo otra cosa.
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