domingo, 11 de mayo de 2014

Dublín


 
 
   El cielo es gris. Café de llevar para combatir el fesco. Bank Holidays. Poco ajetreo. Pero osados niños se zambullen en el Grand Canal. Los barcos no flotan en el Liffey, segado por mil puentes. 

   Son distintos. No buscan a Wally sino a Larry. ¿Si siguen las agujas del reloj conducen al revés? Las chimeneas de sus casas de ladrillo acaban en boquillas, por donde no cabe Santa Claus.

 
 
  Para un desayuno dulce puedes pedir un scone a la afable camarera madrileña del Brick Alley Café.O quizá prefieras un irish breakfast, disponible toda la jornada,en  el Cathedral Cafe. Teresa, chica astur que desconecta en su huerto, te servirá un calórico plato con salchicha, bacon, pudding de carne, huevo frito y habas con tomate; además de tostadas con mantequilla e infusión.  No perdería la carne a la parrilla de Bull and Castle ni el estofado de ternera en Oll Mill.

   Devoción por sus insignes literatos. La capital está rociada con pasajes de Ulysses. Compra el jabón de limón de Leopold Boom en la farmacia Sweny. En Merrion Square Óscar Wilde espera compañía. Tulipanes y bajorrelieves de las grandes plumas en los jardines de San Patricks.

   No menoscabe la Nathional Galery por ser gratis. Picasso, Velázquez, Goya, Rembrandt, Tiziano o Caravaggio no son moco de pavo. Me río con la jocosa boda labriega de Pieter Brueghel el Joven.  

   El mercado cubierto de Georges Street apuesta por ropa hortera y videojuegos de los 90. Regateo infructífero. Grafton Street es bullicio. Desterraron a Molly Malone para que no la arrolle el tranvía. Hombres anuncio. Un manco sopla la flauta de pan. Mimos sin gracia ni hieratismo.

   Las Famine Statues, harapientas, escuálidas y descalzas parecen esculpidas por el Greco. En la crisis de la patata murieron un millón de irlandeses y emigraron más aún. Me adoctrina una patriota de que a los treinta y cinco mil equinos de los soldados ingleses nunca les faltó cereal.

   En el bus dejo el importe exacto en lo que parece un cenicero. Ignoro la Guinness, que vendería hasta su alma. En la Cárcel Kilmainham rodaron escenas de En el Nombre del padre y la primitiva Italian Job. Emmet durmió allí sus últimas noches. Una paloma revolotea en el patio.         Cerca, el Parque Phoenix con el colosal Monumento a Welligton,sus porterías con cuernos y el Zoo.  

   En Temple Bar los músicos interpretan en vivo canciones de hoy y de siempre. Billar en la tele de los pubs. El pincha del Buskers tiene mi gusto. Los chicos de la despedida se desabotonan ya.  

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