El cielo es gris. Café
de llevar para combatir el fesco. Bank
Holidays. Poco ajetreo. Pero osados niños se zambullen en el Grand Canal. Los
barcos no flotan en el Liffey, segado por mil puentes.
Son distintos. No
buscan a Wally sino a Larry. ¿Si siguen las agujas del reloj conducen al revés?
Las chimeneas de sus casas de ladrillo acaban en boquillas, por donde no cabe Santa
Claus.
Para un desayuno
dulce puedes pedir un scone a la afable camarera madrileña del Brick Alley Café.O quizá prefieras un
irish breakfast, disponible toda la jornada,en
el Cathedral Cafe. Teresa,
chica astur que desconecta en su huerto, te servirá un calórico plato con
salchicha, bacon, pudding de carne, huevo frito y habas con tomate; además de
tostadas con mantequilla e infusión. No perdería la carne a la parrilla de Bull and Castle ni el estofado de ternera
en Oll Mill.
Devoción por sus
insignes literatos. La capital está rociada con pasajes de Ulysses. Compra el jabón de limón de Leopold Boom en la
farmacia Sweny. En Merrion
Square Óscar Wilde espera compañía. Tulipanes y bajorrelieves
de las grandes plumas en los jardines de San Patricks.
No menoscabe la Nathional Galery por ser gratis.
Picasso, Velázquez, Goya, Rembrandt, Tiziano o Caravaggio no son moco de pavo. Me
río con la jocosa boda labriega de Pieter Brueghel el Joven.
El mercado cubierto de Georges Street apuesta por ropa
hortera y videojuegos de los 90. Regateo infructífero. Grafton Street es
bullicio. Desterraron a Molly Malone para que no la arrolle el tranvía. Hombres anuncio. Un manco
sopla la flauta de pan. Mimos sin gracia ni hieratismo.
Las Famine Statues, harapientas, escuálidas
y descalzas parecen esculpidas por el Greco. En la crisis de la patata murieron un
millón de irlandeses y emigraron más aún. Me adoctrina una patriota de que a
los treinta y cinco mil equinos de los soldados ingleses nunca les faltó
cereal.
En el bus dejo el
importe exacto en lo que parece un cenicero. Ignoro la Guinness, que vendería hasta su alma. En la Cárcel Kilmainham rodaron escenas de En el
Nombre del padre y la primitiva
Italian Job. Emmet durmió allí sus últimas noches. Una paloma revolotea en
el patio. Cerca, el Parque Phoenix
con el colosal Monumento a Welligton,sus porterías con cuernos y el Zoo.
En Temple Bar los
músicos interpretan en vivo canciones de hoy y de siempre. Billar en la tele de
los pubs. El pincha del Buskers tiene
mi gusto. Los chicos de la despedida se desabotonan ya.
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