dentro del ciclo LITVI (Encuentro Internacional de Literatura de viajes) en junio 2011
*Artículo publicado en su día en Xornal de Galicia

José María Íñigo lució bigote castaño rebosante por la Fundación Torrente Ballester. Pernas, mecenas del acto, lo definió como “la banda sonora da una generación”. “La primera vez que volé me fui a confesar; los aviones eran como persianas antiguas arrugadas”. Tres veranos hizo autostop desde Bilbao a Helsinki; “hoy creen que los vas a asesinar”. Para costearse la aventura un amigo tocaba el acordeón y él pasaba la gorra; tenían éxito con las chicas. “Siempre me gustó más hablar con la gente que ver las piedras”.
Pero el que fuera domador de circo cuando los leones comían burro se volvió más cómodo con el paso de los años. Decidió montar revistas de viajes, hoteles y vinos para poder hacer todo gratis. “Ahora me cabreo si tengo que pagar”. Aconsejó el insólito museo de penes de Islandia. “¡El del colibrí hay que verlo con lupa! ”En el Grand Hotel de Roma un mayordomo te pregunta a cuantos grados quieres la ducha; “al marchar me dobló tan bien la ropa de la maleta que mi mujer pensó que había estado con otra”.
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