sábado, 16 de noviembre de 2013

Tulipanes ciegos

Eurocopa 2012. Alemania 2-1 Holanda


Holanda apostaba por la posesión. Los desmarques de Van Persie eran interesantes pero muchas veces los desplazamientos venían de Heitinga. La pléyade de Marwijk cayó en el señuelo germano. Bastaba con presionar a los dos mediocentros, pitbulls sin correa, para desestabilizar. Özil cazó un rechace tras un saque de banda de Boateng y Stekelenburg se alió con su poste.

El siempre impecable Low bromeaba con un recogepelotas. Su tranquilidad sería aún mayor gracias al tanto de Gómez.La jugada nació en una diagonal de Müller para Schwensteiger quien, libre de marca, buscó al panzer. El nueve,que hizo un reverso con la zurda y definió con la buena, domina más facetas que el juego aéreo. El extremo derecho, zancada de jirafa, encontró oro en la banda de Willems. Desde ese costado botó Mesut un libre directo a la testa de Badstuber que, con todo a favor,remató al muñeco.El segundo gol se cocinaría en un saque largo de Neuer. El balón pasó por Schwensteiger que de nuevo premió el desmarque de Mario. Stekelenburg se limitó a hacer reverencia al germano de sangre nazarí. Dzagoev ya comparte su belicoso tridente.

El Sneijder, guante en la estrategia, sacara varios corners a la larga sin éxito; cuando quiso sorprender con una dejada rasa a la frontal, pizarra Floro, casi da opción a una contra mortal.

Las aguas bajaban turbias por los Países Bajos. Turno para los rebeldes. Huntelaar venía avalado por su puntería pero hoy sólo dejó huella en el cuello de un rival. Van der Vaart tampoco cambió el guión. Hummels, heredero de Friedrich, estuvo soberbio en el corte e incluso se descolgó al ataque. Tiraron del carro los de siempre. Sneijder perdió su pacto con el diablo y Rooben, que huyó de su colega Lahm, difuminó su talento con sus fantasmas. El gafe de Arjen no tiene límite. Abandonó el césped de Karkhiv con una brecha en la calva bordeando su resignación ante su afición, que no tenía moral ni para aplaudirle.Monta un circo y le crecen los enanos.

La despedida de Mario coincidió con el gol de la esperanza de los neerlandeses. Van Persie cambió sus automatismos; por una vez no pegó de primeras y se atrevió con la diestra; el balón se coló como un obús entre las piernas de Badstuber que debió salir a achicar.

Holanda murió en su campo y sin fuelle para presionar. De Jong cedió un marrón a su meta que se vio sorprendido por el hambre voraz de Klose. Tan surrealista como la viñeta de Ramos y Balotelli. Todo estaba finiquitado. Los tulipanes se marchitaban. Los goleadores intercambiaron sus elásticas sudadas. Wesley bufó al impoluto árbitro sueco para saciar su frustración.

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