martes, 5 de noviembre de 2013

Miedo a perder

Vuelta Semifinales de Champions (25-4-2012)
Madrid 2-1 Bayern. El equipo alemán pasa por penaltis


Se trataba de intimidar desde el túnel de vestuarios. El quarterback Alonso tenía a punto la máquina de precisión. A los cinco minutos ya se presentó la ocasión para voltear la eliminatoria. Penalty por mano de Alaba a tiro del Fideo. Cristiano decidió como cada partido de la temporada. No falto su gritito gutural a lo Weissmuller. La respuesta fue instantánea. El carrilero austríaco, en plena catarsis, se fue por potencia y la puso de lujo para Rooben que falló a bocajarro y se quedó pescado en la nasa. Aún repelió Iker un obús de Super Mario antes de que Ronaldo hiciese doblete tras pase de Özil.No se le puede toser al portugués.

Pero como le acaeció al Barça no hubo tiempo de degustar la ventaja. Un centro de los menos buenos de Kroos terminó con un inocente penalty de Pepe al tanque hispano-alemán. El central empañó así una noche en la que estuvo impecable al corte. Rooben, asustadísimo, resopló como Djuckic pero ajustó suficiente. Eran dos años durmiendo mal. Arjen, ya más suelto, hizo un saque de banda con picardía, que no supo aprovechar Mario Gómez. Así el Madrid cimentara su gloria en Glasgow. En esos minutos las defensas no estaban férreas y el juego era desordenado. Un hiperactivo Rooben fingió una falta en la frontal.Tensión.Cazorla y Senna triunfaron al otro palo.

Los jugadores recibieron un mensaje en el descanso. Ya llegará nuestro momento. El ritmo de juego se congeló. Ronaldo tuvo tres faltas para lucirse. Entre tanto bostezo sólo dos aproximaciones; Benzema no encontró el pase final y Gómez pecó de torpe. Y se llegó a la prórroga porque nadie arriesgó para evitarla. Granero se dejó ver y Kaká se vació para salir de la clandestinidad pero sigue ineficaz. Marcelo acabó con una carrera de pundonor y tres adversarios driblados que sólo consiguió acelerar sus calambres.

A los once metros. El Bernabeu confió en su capitán. De lotería nada. Se buscan nervios de acero. Neuer empequeñeció a Cristiano y a Kaká. El chut de Ricardo no era la repetición. Con todo perdido Casillas tuvo fe, nunca la pierde, pero Ramos despejó con tanta fuerza como Baresi en la final del Mundial. Bastian Schweinsteiger, el cabecilla que había arengado a su ejército, puso la puntilla y quedó para la historia.

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