miércoles, 27 de noviembre de 2013

Peones sobre alfiles

Final de Champions 2012 
Chelsea 1-1 Bayern (ganan los ingleses 4-3 a penaltis)

   La posesión no te asegura un feliz resultado. Con Toni Kroos espesísimo todo el potencial bávaro radicaba en los extremos. Rooben y Ribery asumieron galones de crack, caracolearon e incluso olvidaron su rencillas. Pero la puntería fue de escopeta de feria. Gómez, muy patoso, tuvo su mejor chance al filo del descanso pero, tras una gran finta disparo al anfiteatro. En el segundo acto, el Chelsea, cómodamente agazapado, no titubeaba en ceder el balón al portero; Lampard y Juanín destaparon fragancias sutiles. El experimento Bertrand pasó desapercibido. Eso sí, Obi Mikel fue mejor en la contención que Tymoshchuk. Un gol anulado a Cara Cortada y una dudosa mano de Cole en su área alimentan la polémica pero Proença siempre demostró control de la situación.

   Müller, desinflado tras el Mundial, cabeceó tan picado que el balón rebasó a un desafortunado Cech por su palo; Mario atrajo todas las marcas.



















   El espigado héroe,casi con el laurel al cuello, dejó su plaza a Van Buyten. Otro central, Boateng, no pudo contener al tsunami marfileño; Mata botara el corner al primero y el escorzo del nueve fue apoteósico. Manoplas fofas del internacional germano. A los de Di Matteo nunca les falta fe.

   Drogba estaba tan excitado que volvió a cometer un penalty pueril. Extraño que mandara a Ribery a por hielo al banquillo. Como en el Camp Nou los rezos del marfileño fueron escuchados y fue absuelto del castigo. Rooben recurrió a la potencia y Cech salvó los muebles. No estorbó el globo de Reina impulsado por los hinchas londinenses. La prórroga murió con un alfiler clavado a la espalda del genial alfil holandés.

Arjen tenía un dilema. El psicólogo Lahm no pudo animar a un hombre al que se le encoje la meta en cada final. A Mata le pudo la presión. Muchos lanzadores atípicos.David Luiz y Cole demostraron que un defensa también puede acariciar el cuero. Quiso Neuer saber lo que se sentía y chutó mordido pero ajustó lo necesario. El héroe del Bernabéu, Schweinsteiger, hizo paradinha y golpeó a la madera. Pasó toda su vida por la mente de Didier pero, en su corta carrerilla, no le tembló el pulso. Ya puede colgar las botas con el deber cumplido. Algo más que lingotes para la caja fuerte del magnate.

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