viernes, 22 de noviembre de 2013

Penúltimo stage, A Coruña

España 105 - 85 Argentina, encuentro de la Gira preolímpica 2012

Veinticuatro horas después de que Nadal claudicase había que coronar a un nuevo rey. La maldición de los héroes de Pekín. Esa actitud, en el deportista paradigma de la suma competitividad, le honra tanto como al Guaje en la Euro. Ni que Pau hubiera gestionado con Rafa el traspaso de poderes con el angelical abrazo de París.

Desde el pitido inicial se notó la motivación extra del mayor de los Gasol. Infalible en la pintura con calcadas canastas en suspensión tras reverso. No faltó su triple. Me froté los ojos y la ventaja seguía de veinte en el primer acto. Muchos coruñeses justificaron su inversión con una acción importada de la NBA, el tapón de Ibaka a Ginobili.

Navarro tuvo minutos brillantes,bomba patentada inclusive,y fue ovacionado.El acierto exterior hispano, personalizado en Rudy, era superlativo. Argentina quiso maquillar antes del descanso con la misma medicina hasta que Calderón interpretó la pizarra de Scariolo como una oda al onanismo. Le bastaron siete segundos para cargar la catapulta.

Nocioni parecía la única hormiguita que sumaba en los visitantes. Pero los pivots españoles se cargaron de personales muy pronto. Hasta entonces la Albiceleste sólo estaba fiable en el apartado de los tiros libres. Scola, herido en su orgullo, se ajustó las bailarinas y buscó gresca. Supo sacar del partido a nuestro congoleño. Ginobili, con su particular mecánica de tiro, tomó galones y Delfino cogió confianza para lanzar de tres.

Tensión de partido olímpico.La remontada ya no era una quimera. Un rebote de Reyes entre tres defensores fue el golpe anímico. Nocioni, en fase autodestructiva, dejó la cancha tras tres faltas consecutivas. La Roja volvió a pasar el rodillo. Un triple de Llull nos puso a cien. Scola cayó en combate, como no podía ser de otro modo.Para Prigioni sería una guerra civil y prefirió alzar la banderola blanca en la última posesión. Veinte arriba en el luminoso. Kevin y Kobe apagaron la tele y sintieron vértigo; el oro no se regala.

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