miércoles, 26 de septiembre de 2018

LA

*Mis memorias en LOS ÁNGELES

*Versión reducida del artículo publicada en El Faro de Vigo (1-X-2018)



 Tierra de youtubers,actores que no envejecen y bólidos exclusivos con letras rojas en la matrícula. Palmeras altas y livianas.Avenidas ilimitadas,decumanus que unen los quince kilómetros que alejan el mar de los rascacielos.Carteles en español.Graffitis que levantan el ánimo.El suelo no supera la prueba del algodón.Corretea una rata tan grande como un zapato. Muchos billetes en pocos bolsillos.Y una hospitalidad para quitarse el sombrero.

   Subo por Los Feliz y otras zonas residenciales para élites con nomenclaturas en español. Luego,un camino sinuoso y polvoriento bajo un sol siempre redondo y sonriente. El premio,el Observatorio Griffith, bautizado así en honor al coronel galés que se hizo de oro especulando en la minería. Llegó antes que yo James Dean, fresco como una rosa.
   Hollywood. Letras blancas mayúsculas en la ladera de una árida montaña. Nunca tan poco simbolizó tanto. Foto con zoom. Dos millares de estrellas salmón de cinco puntas destacan sobre baldosas oscuras;las de Elvis y Los Beatles tienen ubicación privilegiada. Aretha recibe un baño de flores y reconocimiento.


   Bajo el edificio de la Cienciología florece el Mercadillo Ivar. La muestra gratuita de frutas alegra a los turistas.En Melrose Place todos somos sospechosos de rateros y tenemos que dejar la mochila a recaudo. Rodeo Drive es una zona pija donde gastan las celebrities. Un microbús amarillo descapotable curiosea por las mansiones de Bruno Mars,Johnny Deep y Tom Cruise.

  El Wilshire Grand Center es el edificio más alto de la clase.En su entorno,el Museo de los Grammy, El Walt Disney Concert Hall,viaje mental a Bilbao,y la Ópera,que oferta un directo de Plácido Domingo.Pasado el Staples Center llego a Santee Alley,el gran bazar angelino.Noventa cuadras con callejones de ropa barata.A las9 de la mañana todos limpian sus instalaciones. Cuando cae la luz crece el ambiente en el área de Figueroa.

   Las universidades USC y UCLA no pisan el downtown. Ciudad dispersa y descabezada. El plano es una sábana. Korea Town celebra los dos Juegos Olímpicos consecutivos de su tierra de origen y adopción. La urbe californiana ya había colgado los cinco aros durante la Gran Depresión.

   Partido de fútbol americano en el Coliseum. Me hipnotizan las barbacoas del párking  y la generosidad de los aficionados.  Juegan los Rams o carneros contra los Raiders, que son de Oakland, fueron de aquí y serán de Las Vegas. El ritmo es lentísimo. Celebran cada avance de yardas. Cuesta saber quien tiene la pelota. Nueva interrupción. Debería haber elegido a los Dodgers. Lo más divertido los retos de la pantalla al público. A los más bailongos,a los musculosos…A 86 grados Fahrenheit cuesta encontrar una sombra. Arde el pebetero del averno. Pasa un Mesías, el chico de los granizados de limón.


   Las frecuencias de transporte deberían ser más altas. Los buses llevan soporte para colgar las bicis en la parte delantera. Cada vez que sube una persona con necesidades especiales el conductor, con una perfecta disposición,extiende una rampa y pliega unos asientos.  En la línea de metro ExpoLine un chico vende gominolas a 25 centavos.

   Muchos llegan en patinete eléctrico a la Playa de Santa Mónica. La de los bañadores rojos.Helicópteros, lanchas guardacostas y coches patrulla en la arena aportan sensación de película.No sé si da seguridad o no.El de la máquina de metales pesca unas coras; algún día,asegura,celulares y anillos.Idílico paraje para el reportaje fotográfico de tu boda. Las olas me mecen en la orilla. Los vigilantes impiden que los niños se bañen cerca de las columnas que sostienen el muelle. Colas de no menos de dos docenas de personas para la solitaria ducha. Arriba, el parque de atracciones ilusiona a los pequeños.No hay montañas rusas que causen vértigo y vómitos. Oliver Bohler planta su batería sobre una alfombra.Venden churros a 3 ó 4 dólares unidad. ¿A dónde no ha llegado Don Quijote?

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