martes, 20 de enero de 2015

Cuatro bodas para cuatro hermanas

*Crítica de la película Dios mío ¿Pero qué te hemos hecho?

   Aquí no tenemos defunción, gracias a Dios. La comedia gala no pretende herir sensibilidades sino estrechar lazos entre credos y razas. Un hermanamiento universal. Una concordia entre los humanos, seres empeñados casi siempre en encontrar sus diferencias. “El alcohol es lo mejor para unir pueblos”. Sin otras pretensiones. La trama, un mero esqueleto, queda aparcada.

   En nuestro país las comunidades históricas reivindican su distintiva identidad. Ocho apellidos vascos ha aprovechado ese filón. Y como el sol moldea caracteres distintos en Norte y Sur.

   Una familia bien, devota y profundamente católica.  Con la ilusión de adecentar la iglesia del Padre Lovejoy para el casamiento de su última hija. Se llevan el disgusto de que sus yernos no son todo lo arios que quisieran.Cuando ven el Belén familiar comentan “Jesús es sólo un profeta”.La depresiva madre se recuesta en el diván; él se convierte en el mejor de los aizcolaris. Un modo de relajarse como otro cualquiera. Otros van a los coches de choque o al paintball.  

   Es la familia Benetton, con“todos los colores del arco iris”. Aunque son hijos de emigrantes, todos ellos nacieron en la Quinta República. Corean la Marsellesa al dedillo. Lo cierto es que el país de Hollande es una nación multiétnica. Se comenta en la película de Chauveron que allí residen seiscientos mil judíos y cinco millones de musulmanes.  El novio árabe y el hebreo enriquecen su relación con continuas discusiones espirituales.  Cuanto más reñidos…
 
   Se presenta a los chinos como hábiles en el mundo empresarial. “Se han quedado con todos los bares”. No exentos de su leyenda negra, el pavor a un control de sanidad. Ya proliferan los magnates asiáticos que acaudalaron fortuna. Y, si fuera menester, ríen para hacerse los tontos.

   El que quiere desposar a la más bonita de las chicas es un actor negro. Su padre, marfileño, es el más avaro y conservador de la cinta.  Su esposa le llega a amenazar con una huelga de piernas cerradas a lo Lisístrata. La última boda es el desembarco de Normandía, fecha en que Francia se liberó gracias a las tropas extranjeras. Un nuevo guiño a la globalización.

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