*Concierto del grupo murciano en Santiago de Compostela en noviembre de 2010
*Publicado en La Voz de Galicia (sólo en su soporte digital)y Xornal de Galicia
¿QUIÉN QUIERE UN FINAL?
La coqueta Sala Capitol se dio el gustazo de colgar el cartel no hay entradas. Como agradecimiento a novecientos verdaderos fieles se paladeó un concierto más espectacular que el de la Ascensión 2008. Noche de temporal; todos se hacinan en el guardarropa. Nervios de estreno, de premier. Al final del Camino y en el trampolín de su gira.
M Clan fue el culmen de lo que en la aurora de los noventa se bautizó como El Clan de los Murciélagos, guiño a la tierra que los vio nacer. Hoy sólo quedan dos patriarcas y no esconden que hubo sangre por el camino. Carlos Tarque, además de la habitual camisa negra, vestía botas y pantalones ajustados que no le impidieron aprovechar a tope sus cuatro metros de espacio. Energía incombustible, pasos de equilibrista. Se sumergió bajo un limbo imaginario o apuró la ley antitabaco. Lengua fuera, tono histriónico y burlón. Más místico y sereno, con corbata roja, su antagónico Ruipérez, al que conoció en la mili.
Aburridos de éxitos, no fueron la guinda salvo Quédate a Dormir donde se mareó el pie de micro y lucieron metales a lo Blues Brothers. Descartaron letras poco cuidadas como Antihéroe o Sopa fría a cambio de melancólicas Memorias de un espantapájaros.
Con la versión en castellano de Like a Rolling Stone,“la mejor canción de la historia”, cayó el telón. Atrás veintiún temas y dos bises. Surgió entre bambalinas “el pipa”, también de barba y cabello encaracolado. Ya había dado de beber al artista, coreado estribillos, permitiera el acceso de una fotógrafa a la zona cero, afinó guitarras… Dejó de enrollar cables para agasajar con púas, toallas sudadas y la hoja del repertorio a la fila uno, souvenirs de una velada inolvidable, caviar para un melómano entregado.
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