Francia 0- 1 Portugal
(Anota Éder en la segunda parte de la prórroga)
Versión reducida publica en La Voz de Galicia
Nuestros vecinos
del oeste vivieron una tragedia griega en 2004. Nuestros vecinos del norte
vieron arder París doce años después. Zagorakis, Katsouranis y Karagounis no
eran más toscos que los aburridos William Carvalho y Adrien Silva. Renato y Joao Mário acataron
con disciplina las directrices de Santos. Y si hay un Tsartas con talento,
André Gomes, que caliente banquillo.
Portugal, local
por la gracia de Dios, entró aplatanado. Intensidad y corazón azul. Umtiti, que
aún no es Rami, pisó dos veces a rivales. Payet entró limpio con una
pierna pero su rodilla brindó con la de Ronaldo. Se sentó en la hierba.Una
polilla se posó entre sus cejas. Pepito Grillo.Era imposible forzar. Sus ojos se
mojaron. Su brazalete y responsabilidad cayeron en Nani. Cédric se encargó de
la vendetta. Rodillazo al verdugo. El
hombre fino de la pausa no dio la talla.
Si le hacen un
control a Sissoko tendrá que reconocer que digirió espinacas. Su batería no estaba trucada. Una liebre que
resoplaba como Arbeloa. Hasta Matuidi parecía convencional. Pogba tuvo una
presencia testimonial. Salvo algún balón en largo y esos amagos suyos tan
característicos en línea de fondo. Bailando cancán donde tanto le gusta al de
Fuentealbilla.
Se nubló el
horizonte en el segundo acto. El espontáneo no se vio por televisión. Sin
gloria ni barretina. Griezmann bajaba a
sentir el esférico y sólo peinó una sobre el marco luso. Quaresma, eterno
revulsivo, intentó una chilena con más éxito que su líder. Patrício sacó un
chut lejano de Sissoko. Menos humo que Víctor Bahía. Sobriedad absoluta. Gignac
fintó a Pepe y remató mordido. Suspense. El palo corto se hizo grueso.Tercera
prórroga que afrontaba el país ibérico.
Portugal organizó su inacción desde su guardarredes.
Que se derramase la arena del reloj. Francia iba ya con la lengua fuera. Sólo
Coman, descaro juvenil, desnivelaba.Una mano de Éder se la pitaron a Koscielny. Donde
sueña todo lanzador.Sin el monopolio de Cristiano parecía un cuadro para la
pluma rubia de Quaresma. Sorprendió el zurdo Guerreiro. Dejó el larguero con
párkinson. ¡Un escándalo, Raphael! Tocaba
ser osado. Éder, héroe anónimo, chutó desde la frontal donde más le duele a Lloris.
Hasta entonces demostrara habilidades sólo de espaldas al marco. Diez minutos
para la gloria. Los Bleus no pudieron
serenarse. Moría la Euro del pánico.
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