Montmartre. El Barrio con más personalidad de la Ciudad de la Luz
Por lo primero que
me preguntó mi abuelo Luis, culto e ilustrado, fue por la colina de Montmartre.
Se puede subir a lo más alto en un romántico funicular pero me ahorré la
experiencia y quemé calorías en las escaleras adyacentes.
Siempre hay algún
arenal para una partida de petanca. Niñas juegan al fresquito junto al puesto
de papá. . ¡ Qué vistosos son en Paríslos escaparates que almacenan con mimo frutas de todas las formas y colores! Quizá en el Café des Deux
Moulins pueda atendernos una
linda francesita de cara merengada a la que llaman Amélie.
El cerro de Montmartre,
a unos 130 metros de altura, no perteneció a París hasta 1860 convirtiéndose en
el distrito dieciocho. Antes era un
lugar bucólico de viñedos, pastos y trigales donde vivían muchos artesanos. Y
de sus canteras se obtenía yeso de calidad. Llegó a haber unos treinta molinos
que molián trigo, cebolla… Los pocos que sobrevivieron se adaptaron a los
tiempos y se transformaron en cabarets, así ocurrió con el Moulin de la Gallete que pintó Renoir. El barrio tuvo la fortuna de
no sufrir la reforma urbanística que Haussmann realizó a mediados del XIX. Así,
conservó su aroma especial de callejuelas pequeñas, empinadas y empedradas. Me
dieron pronto el aviso. “ Cuidado con
los excrementos de perro”.
Es lugar de
historias, mitos y leyendas. Se asoma a la Rue
de Lepic la ventana de la casa de Theo. Os sonará más por ser el hermano, y
principal apoyo anímico de Vincent Van Gogh con el que convivió allí dos años.
De una pared surge una figura humana. No se asusten ; se trata de un recuerdo
de una novela fantástica de Marcel Ayme, El
Atrapamuros.
La guinda de este
dulce pastel es la Basílica del Sagrado Corazón. Esta es su historia. Francia
venía en 1871 de la guerra contra Prusia y de la rebelión de la Comuna que acaba
con el fusilamiento de muchos de los líderes en Montmartre. Para más inri las
relaciones con la Santa Sede estaban deterioradas. Se empieza a creer que estas
desgracias son un castigo de Dios por lo que deciden alzar un templo para
suplicar el perdón. La construcción se hizo gracias al dinero obtenido en una colecta
por toda Francia; muchos dejaron de ser anónimos al grabarse su nombre en la
piedra. También hubo ayuda directa del gobierno francés de la Tercera
República.
El arquitecto fue
Abadie aunque muere mucho antes de que , en tiempos de la I Guerra, su proyecto
quede finalizado. El estilo ecléctico. Una cúpula de aspecto orientalizante,
arcos clásicos y gárgolas góticas. Incluso en su interior hay un enorme mosaico
que recuerda a los bizantinos. Pero, sin duda, lo que más me entusiasmó de esa
mole es que está construida de un mármol especial que al contacto con la lluvia
no se deteriora sino que hace aún más vivo su brillo.
Desde aquí diviso
con claridad, aunque está muy lejos, la cúpula dorada de Los Inválidos. Se llamó así porque en tiempos de Luis XIV albergó a
maltrechos veteranos de guerra. Allí ahora, además del Museo del Ejército, lo
más curioso es la tumba de Napoleón. Sus restos mortales se repatriaron en 1840
cuando gobernaba Luis Felipe de Orleáns. Fue enterrado al estilo matriouska, es
decir, los seis ataúdes se encajan los unos en los otros.
Cuando cae la noche
en las escalinatas del Sacre Coeur
asan maíz, tocan la guitarra o hacen botellón. Ya se ha marchado el que hacía
malabarismos con el balón en una tarima de apenas un metro de ancho.
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