*Un paseo por la ciudad de Durero
Publicado en El Faro de Vigo (10-9-2016)
Nada más apearme
del vagón me preguntan los periodistas de
Bild sobre mis augurios en la Eurocopa. Penetro en la muralla, de planta
casi romboidal, y me enamoro a primera vista.
Áreas peatonales, mimos y
puestos callejeros. Bien restaurada y
abarcable en una jornada. Esta localidad de Franconia Central es capital del
juguete y productora de lápices.
El Carrusel
del matrimonio es una fuente erigida frente a la Weisser Turm o Torre
Blanca. Se basa en el poema "Vida agridulce del matrimonio" del autor
local Hans Sachs. Para él la vida conyugal avanza desde la ardiente pasión
hasta el agotamiento marital en el lecho de muerte. Desde las trompetas que jalean a una Venus
como la de Botticelli hasta el deterioro de la obesa que come tarta con
gula, la piraña con garras y el esqueleto que intenta ahogar al otro.
La
Iglesia de San Lorenzo se reconstruyó tras la Guerra.Un señor rosetón. Color desgastado
salvo en los pináculos verdes. Junto a ella tres especialistas,espero, masajean
espaldas con los codos.
El anciano de la
harmónica se planta en el puente que hay al final de la Calle Konig. Si hay poca gente no toca. Si hay más ajetreo muy
suave.
En el río
Pegnitz los patos de cabeza verde persiguen al de alas azules.Por
distinto.Agarran su cuello con saña.Si es un juego no lo entiendo.Al Norte,más
monumental,hay menos comercios.
Al mediodía desfilan
los hombrecillos en el carrillón de Frauenkirche.
Cuentan que aquí había una sinagoga. En el mercado abundan las frutas. También
las escarchadas que sólo le gustan a papá. Aún estamos en temporada de
espárragos. A las seis comienzan a recoger la mercancía.
Como las típicas salchichas
asadas en el entorno de San Sebaldo
y el ayuntamiento barroco. La salsa es similar a la auténtica mostaza. Me
complace aunque casi me sale humo por la nariz. Pata, lengua o corazón de cerdo
también están disponibles en la carta. Para valientes.
La camarera del
restaurante Katz lleva tatuadas dos mariposas en los talones, amén de sus
brazos enteros. El acordeonista va a pedir recompensa al terminar su pieza.
Nadie le pidió que empezara. En la Insel Schütt hay una zona de recreo chill
out. Simula una playa. Sin olvidarse de la pista de volley. Con terracitas para
cenar y tomar copas. Incluso puedes relajarte y consumir con los pies a
remojo. Todo muy caribeño. Le chiflaría a mi amigo Carlos.
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