Crítica del Documental Hitchcock/Truffaut
Mi bautizo en
Numax. Una cajita de cerillas. Con personalidad. Con luz verde al cine
independiente. Y a su bibliografía. Un par de saludos. Luego, una vez callados,
podía sentir la respiración de cada asistente. No necesito un reposabrazos xl
para el caldero de palomitas.
No engaña a nadie.
Es una película para cultos críticos y snobs. Todos los directores que
colaboran en el documental de Kent Jones le doran la píldora al genio gordo. Sin voces
discordantes. Kurosawa reconoce que Hitch es la Biblia. “Me he prohibido imitarlo”. El homenajeado
también apostaba por la originalidad. “¿Si Mondrian imitase a Cezanne quien lo
aceptaría?”.
El libro fue
publicado en 1966. Fueron varias conversaciones eruditas acaecidas en 1962.
Cuando el mundo estuvo a punto de fracturarse en dos por la Crisis de los
Misiles. Tenían una intérprete.
Conversación a tres. El experto luce voz grave y parsimoniosa. Casi de
oráculo. El francés sólo rodara tres películas y el británico ya le doblaba en
edad. En las instantáneas el de la Nouvelle Vague siempre aparece como subordinado a un margen inferior. Como un colegial. Con el puro “parecemos directores de verdad”.
Luego desembocó en una amistad. Se
escribieron constantemente. Se aportaban consejos sobre el reparto… “Señor Truffaut su carta me ha
hecho llorar”dijo con flema inglesa.
Hitch sólo haría tres películas más. Truffaut murió a los 52, sólo
cuatro años más tarde que el Maestro del Suspense.
Truffaut entró en la revista Cahiers du cinema
como crítico de cine. En sus filmes buscaba la libertad. Cuatrocientos golpes muestra una infidelidad de la madre que es sorprendida
por su hijo.
El marido de Alma Reville estudiara
ingeniería. De niño lo encarcelaron en una comisaría, un castigo simbólico. Le
hizo suscitar una desconfianza de la policía que se aprecia en sus obras. Fuera
director artístico, guionista y productor. Dirigió la primera peli sonora de
Reino Unido. Sus mejores obras son en los cuarenta pero la fama se disparó en
los cincuenta. Aunque al principio lo tachaban de director de pelis para pasar
el rato.
Son muy valoradas
las tretas de Hitchcock. Un empleo del suspense que no siempre implica miedo.
Es frecuente la dilatación o reducción del tiempo en sus pelis. A veces grababa desde arriba
para ofrecer una perspectiva omnisciente, casi apocalíptica. Así, no tenía que
prestar tanta atención a los detalles y gastaba menos película. En su vida no soñaba a
menudo pero en su obra son impactantes las ensoñaciones. “Hacía del cine algo divertido
y mágico con sus trucos”. Aunque visto hoy los cuerpos que se precipitan desde
las alturas son escenas poco creíbles con medios técnicos desfasados. A ciertos críticos coetáneos le irritaba la
poca verosimilitud de ciertas pelis. El inglés seguía siempre el mismo axioma; “lo
lógico es aburrido”.
Dio al público la
oportunidad de hacer un ménage à trois entre Cary Grant e Ingrid Bergman. Encadenados. Su duende está en el erotismo y
las relaciones perturbadoras.
Tenía plena confianza en sí mismo. “Soy como
la anciana y el boy scout. No quiero ir por donde me dice”. Montgomery Clift quería desafiar en una
escena hacia donde podían mirar sus ojos de vidrio. Pero Hitch no lo iba a
permitir. “Para mí los actores son como ganado” confiesa.
Vértigo es una de sus obras más
poéticas, conserva un carácter más contemplativo. Pero Martin Scorsese no se
toma "la historia como una trama realista”.
Psicosis juega con las expectativas del
público. Toca la fibra sensible. En el primer pase el público se estremeció con
el asesinato en la ducha. Querían cerrar los ojos y no podían. La mujer más
veces asesinada de la historia. Grabó parte de la escena a cámara lenta para
poder taparle los senos Janet Leigh.
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