*Un paseo por la capital uruguaya.
* El País de Uruguay publicó mi versión reducida del artículo (2-IV-2024)
Adiós Buenos Aires. ¡Cuántos recuerdos! El barco, que parte con retraso por el temporal, te lleva hasta Colonia del Sacramento. Algunos,en zona de proa, han vomitado mecidos sin dulzura sobre un Río de la Plata untado por camalotes. El bus te escupe en la Terminal de Tres cruces.
Estamos en Uruguay, nombre guaraní que significa"río de los pájaros". Datos random. Con un nivel de vida similar al de España,para ricos si vienes de Argentina. Unos catorce millones de vacas,tocan a unas cuatro por habitante. Segundo país en consumo de whiskie tras Francia.
La ciudad celebra ahora los trescientos años
de su fundación. Su carnaval se
prolonga 40 días. Al ritmo del candombe.Los tambores se tocan en tres
tonos distintos: el chico o soprano, repique o contralto y piano o tenor. Las
murgas,con más de 15 personas, hacen sátira política.
El Estadio Centenario, con foso de
agua tras las porterías, alberga el Museo del Fútbol. Pueden presumir. Se
inauguró en el Mundial 1930 donde vencieron en la final a Argentina por 4 a 2. Dos
décadas después el Maracanazo con el tanto decisivo de Alcides Ghiggia. Dos
bofetones en la cara a las dos potencias que le aplastan. El país con más
copas del mundo per cápita. Ese es el espíritu charrúa.
No me coincidió estar un domingo en la
capital para poder disfrutar la Feria de Tristán Navaja donde tiene mucho peso la inmigración
italiana.
Una réplica del David de Miguel Ángel da la
bienvenida al Palacio Municipal, sede de la Intendencia. En su interior otra
obra de arte, La Victoria de Samotracia, alada y sin brazos.
En la Plaza Cagancha, nombre de una victoria militar, sobresale la Columna de la Paz, que una vez fue atacada por un rayo. Dicotomías.
Las galerías, no soportales boloñeses,
caracterizan la Avenida 18 de julio,
arteria de 3 kilómetros que recuerda el día de la primera Constitución. Albergan
humildes negocios, algunos de segunda mano. El estilista "Néstor corta a tijera, también peladitas a
bebés". En el número 1199 está una de las sedes de la Librería Puro Verso que viene de cumplir
20 años.
Treinta y tres palmeras ornamentan la ventosa Plaza de la Independencia. Un homenaje
a los mismos Orientales, liderados por Lavalleja y Oribe, que participaron en
la Cruzada Libertadora en 1825.
Los charrúas se animan diciendo "¡Vamos arriba!". Pero para visitar el Mausoleo de José Gervasio Artigas han de bajar al subsuelo. Se inauguró en 1977 en medio de una Dictadura Militar. Una pirámide truncada permite que el sol ilumine la urna del prócer. Los del Regimiento de Blandengues hacen cambios de guardia cada hora, sin show. Nota a turistas: No les hace gracia que te sientes en las escalinatas.
El diseño del Palacio Salvo es de Mario Palanti, el mismo artífice del
Palacio Barolo en Buenos Aires. 105 metros de altura. El porteño es cinco
metros más bajo, hay hermandad y pique también. Está inspirado en la Divina Comedia. Como el arquitecto era
masón dejó algunos símbolos en este rascacielos art déco. Hay quien dice que en
el séptimo piso se aloja un fantasma. Los primeros dueños eran los hermanos
Salvo. Se inaugura en 1928 cuando el país vivía momentos prósperos.
Antes, cuando aún era la Confitería Giralda, sonó por primera vez el tango La
cumparsita.
Cruzada la Ciudadela, único vestigio del recinto colonial, no pises los Soles, versión charrúa del Paseo de la Fama. Están dedicados a personalidades patrias, como Benedetti, salvo a dos foràneos, Nelson Mandela y los Rolling. Ya estás a tiro de piedra del Museo sobre los héroes del accidente aéreo de los Andes.
Ya se desmanteló la Exposición sobre Macondo en el Teatro Solís. Se denomina así en honor al primer explorador europeo en llegar al Río de la Plata. La amargada de las taquillas no tiene un buen día. Inaugurado en 1856, el más antiguo de Sudamérica, goza de una acústica excelente.
La Fuente de la Plaza Matriz, o de la Constitución, está ornamentada
con cuatro faunos y otros tantos querubines que entrelazan sus cuerpos con
delfines. Como el artista era italiano, Juan Ferrari, cometió algunos errores
ortográficos. Era alquimista y masón, como Simón Bolívar. Por ello se ven
símbolos como el martillo, la escuadra y el compás que representan
sucesivamente la voluntad, la rectitud y la exactitud.
La Catedral de Montevideo mira de
frente al Museo Histórico Municipal. Es un templo católico en estilo neoclásico
que León XIII elevó a la categoría de Metropolitana. Está dedicada a la
Inmaculada Concepción y a Felipe y Santiago, patrones de la ciudad. Están enterradas
personalidades uruguayas como Juan Lavalleja, líder de los 33 Orientales.
Mucha gente bromea con las rejas que rodean la Plaza Zabala porque tienen forma fálica. Este espacio, caprichosamente oblicuo en un callejero en damero, homenajea al fundador de Montevideo con una estatua ecuestre. Y la calle anexa es Durango, localidad vasca donde nació este mariscal. Era Gobernador de Buenos Aires y tenía el propósito de sacar a los portugueses de Montevideo. Escogió esta península por el puerto y el cerro de 130metros.
Aquí, en el Palacio Taranco, tenemos el Museo
de Artes Decorativas, de acceso gratuito. Entre relojes, espejos y
mobiliario presume de una reproducción en seda de La rendición de Breda
y una escultura de Benlliure. Reconozco que, por gusto personal, lo que
más me sedujo fue el cobijo en una tarde de lluvia casi torrencial. La gota
china. No vendría mal un sorbo de grappamiel para aclarar la voz.
El Mercado del Puerto se reconoce por su estructura de
hierro forjado. A su espalda se pone de puntillas la torre blanca del Edificio
de la Aduana. Hay muchos restaurantes especializados en asado pero en el mío
fueron mejores pescando clientes que en la calidad de sus carnes.Cuentan que es
tradición beber allí el Medio y Medio, una mezcla de un vino blanco
espumoso y otro seco. El escritor Enrique Rodó era uno de los clientes
habituales.
Muchos disfrutan caminando y tomando mate por agún tramo de los 20km de Rambla, el malecón montevideano. Por el apéndice final de Sarandí llegarás al paseo agrietado de la Escollera; las olas te pueden hacer un regalo pulverizado. Las nubes van haciendo amigas. Un frío del demonio para ser primavera. Al fondo,bajo el humilde faro rojiblanco, un pescador solitario y sin suerte con las corvinas. "Hoy no sale nada".
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