lunes, 1 de enero de 2024

Nuevos Aires


*Un recorrido por el sur de la genuina capital argentina


    Subo a un bus de Tienda León para desplazarme desde el aeropuerto de Ezeiza. Cambio la moneda en Calle Lima, muy cerca de la Estación de Constitución. Cotización muy favorable, casi mil pesos por euro.  Tengo más billetes, muy livianos ellos, que en el Monopoly. ¡Me gusta el riesgo!  No soy muy consciente de que algún kiosko atiende, incluso por la mañana, por el ventanuco de unas rejas.

   Caminito, además de un tango, es un punto demasiado turístico. Poco autóctono. Unas antiguas vías férreas rajan el suelo.La famosa fachada multicolor es una tienda de alfajores. Arriba un estatua 3D de Messi levantando la Copa del Mundo. A pocos metros, el meandro de Vuelta de Rocha.

   En La Boca hubo en su día muchas fábricas donde se empaquetaba la carne. El origen del colorido de las casas se debe a los excedentes de pintura de los barcos. La ciudad del mundo con más campos de fútbol , el perímetro de seguridad no me permite acercarme a La Bombonera. No hay tickets para turistas. Ni siquiera los socios, que deben apuntarse, tienen asegurada su butaca.  Muchas pancartas de apoyo a sus ídolos, entre los que gana Román.

  

   Tres parejas bailan tango en el pórtico del Parque Lezama.  Para Sábato el Monumento a la cordialidad entre Argentina y Uruguay es una especie de proyectil a Marte.En la otra punta la escultura a Pedro de Mendoza,fundador de la ciudad en 1536,que clava su espada en tierra.  


Otros atractivos son el Museo Histórico Nacional y la Iglesia Ortodoxa Rusa, con unos horarios exiguos de apertura. Al sur del parque, con su perímetro vallado, descansa la Casa Amarilla; fue residencia del Almirante Brown, héroe naval de la Guerra de Independencia Argentina. " Fuego rasante que el pueblo nos contempla". 


   Pedro González Telmo, patrono de los navegantes, fue un fraile dominico que predicó el evangelio entre los pescadores de Galicia y Portugal en el siglo XIII.  Azotó la fiebre amarilla en el XIX. Hoy es un barrio de casas coloniales cuyo corazón es la Plaza Dorrego y su espina dorsal La Calle Defensa, antes denominada Mayor, San Martín, Liniers y Reconquista.

   El mercado,activo desde 1970, no madruga mucho. Pruebo distintas variedades de dulce de leche; sea con búfala o con fernet. Un chico vende matófonos, saxos de bolsillo,y otro pajaritos cantores. Originalidad al poder. Botellas de sifón antiguas y teléfonos retro. Ajedrez de incas frente a españoles Grafían tu nombre en un grano de arroz que luego se conserva en un tubito de aceite. Francisco, con unas cartas del tarot y unas gemas, te cuenta tu porvenir por 2000 pesos.




   Una caricatura de una pareja que no se suelta de la mano. El artista, de uñas amarillas, demuestra su talento en sus retratos de Diego Armando, Mercury o Lennon. Un guitarrista dejó un mensaje de apoyo a Palestina con tiza sobre el asfalto.
 


   Más de dos decenas de personas esperan para hacerse la foto con la Mafalda sedente y sus dos amigos Susanita y Manolito. Recomiendo llevar la mochila por delante en el surtido de restaurantes de la zona cubierta. La pulpería Quilapán no sirve pulpo,sí otras comidas y tragos.


   El Museo Penitenciario Antonio Ballvé fue al principio una casa de retiro para sacerdotes. Tras expulsar a los jesuitas fue hospital, asilo de menores, depósito y cárcel de deudores.  Desde finales del XIX funcionó como correccional de mujeres. Y en 1978 se instaló la exposición que exhibe la historia de las cárceles del país. Algunos escondían droga en el interior de las pelotas de tenis. Merece la pena detenerse a contemplar el patio interior y el claustro con techo abovedado del siglo XVIII. 


   El termómetro del furor patriótico se puede medir en la Plaza de Mayo, antaño conocida como de la Victoria.   Pusieron a cabalgar al General Belgrano sobre un caballo moro, cuando debía ser uno criollo. El prócer enarbola la bandera argentina que él creo. A sus pies la gente dejó mensajes inscritos en piedras.


   En la Pirámide de Mayo la alegoría de Argentina. En el escudo nacional, bajo el naciente sol incaico,dos manos agarran una pica que sotiene un gorro rojo frigio, símbolo libertario.


   El Cabildo impartía justicia durante el período colonial.  Aquí empezó la Revolución de Mayo de 1810. Hoy es un museo. En uno de los paneles se aprecia el mapa de los decapitados en Capital Federal.   Inmensos en los actos del orgullo dejaron post its de colores en la pared exterior. “Soy asexual, no me obliguen”, “Sácate la heternorma de encima!”, “Preservativos para vulvas ya”. Y consignas políticas de apoyo a la izquierda.


   Dudo que puede darse una confesión privada en la Catedral más bulliciosa del mundo. Descansa el general José de San Martín, héroe argentino, cuyos restos hubo que repatriar desde Francia. Según las malas lenguas quedó cabeza abajo por masón. En su Mauselo se lee afirmó la Independencia Argentina, pasó los Andes, llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador.  Justo detrás del templo, uno de los muchos bancos que hay en la zona es el Galicia, con la cruz de Santiago por símbolo.

 

   Una teoría defiende que la Casa Rosada se pintó en el XIX con sangre de bovino. Sobre el arco central los escudos de las 14 provincias que tenía el país a mediados del XIX. Y, aún más arriba, la impresionante loggia neorrenacentista. Su parte trasera, que mira hacia la Plaza Colón, goza de una planta más pues hasta allí llegaba el cauce del Río de la Plata. 

 

  En el antiguo edificio de la aduana se inauguró el Museo del Bicentenario para conmemorar los dos siglos de la Revolución de Mayo. Mucha historia albiceleste. Retrocedemos en el tiempo para ver la Phaeton Americana, carruaje con una capota plegable para protegerse del sol, de  Hipólito Yyrigoyen, al que apodaron “El Peludo”.  O el Cadillac Serie 62 de 1955 que adquirió Domingo Perón y usaron otros presidentes. 



   La Facultad de Ingeniería, con 10 columnas dóricas en la portada, es un templo griego de dimensiones enormes,. Encima hubo, cuando fue sede de la Fundación Eva Perón, 10 estatuas de los descamisados.    

   Puerto Madero, barrio más caro de Latinoamérica, no me seduce. Astilleros desangelados. La Torre Alvear gana el pique entre los rascascielos.  El Puente de la Mujer, iluminado cada velada, fue diseñado por nuestro Calatrava.



   Los peces se mueren en las aguas chocolateadas del Río de la Plata.  Residuos cloacales, plomo y cromo entre las aguas de lo que Solís llamó Mar Dulce en 1516. Algún estudio lo coloca como el tercero más contaminado del mundo.   Próximo destino, Montevideo. 





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