*Crónica de la final del Mundial 2018
Francia 4-2 Croacia
Goles de Mandzukic(p.p.), Griezmann, Pogba y Mbappé; Perisic y Mandzukic.
Fotos aportadas por el diario El País
Cantaron la
Marsellesa dos días consecutivos. Una plantilla admirable. Sin la magia de
Rabiot y Payet. Apartado el tándem Benzema-Valbuena. Descartando la
anticipación de Lenglet, que ya borró a Lukaku, las piernas de Kondogbia y los
goles de Lacazette. Más que Giroud haría.
Los bleus empezaron el partido con un botón
en su camiseta. Acaban con dos estrellas. Como los optimistas argentinos, a la
sombra de Kempes y Maradona, y sus vecinos,los indómitos charrúas. Rakitic y
Modric, astros balcánicos que pelean como dos hermanos, se quedaron sin premio.
La generación dorada del país eslavo podría ver los partidos de Qatar en una
cervecería.
Los gallos tenían alergia
a la pelota. A su tridente del medio le gusta más corregir. Griezmann simuló
una falta. Brozovic,llegador reconvertido a pivote,rumiaba la injusticia contra
el césped. Lanzó la banana y se arañó en el cepillo de Mandzukic. Pogba
bordeaba la zona del radar. Cuarto partido consecutivo que los ajedrezados
tenían que escalar un rascacielos.
Tras un juego circense,Perisic
recibe la bola.El trilero la cambió de pierna y voleó.Siempre acomoda el cuerpo para no
perforar las nubes.Gloria para el galgo de Split.
Poco después sacó una mano en
su guarida. La hay pero la extremidad se desplomaba. Acción gris. Acudió Pitana
por primera vez a los ojos de la cámara. Dudó.
Griezmann menos. Francia sacaba jugo a la inglesa.
Salió Croacia a
remar. Enérgica aún,con sus tres prórrogas a la espalda,como los espontáneos
del Luzhniki.Recuperaba pronto.
Pero Mbappé tenía un carril de tartán a su
disposición. Y así se generó el tercero.Asistió a Antoine que se le dio de cara
a Pogba.El baobab de origen guineano batió a la segunda con el interior de su
zurda.Aprovechó que Luka quedó perfilado de espaldas.
Mbappé, en la barriga de mamá cuando
Deschamps levantó la Copa, fusiló. Como si dentro del área no valiese. Y
Subasic volvió a convertirse en una estatua de mármol de Dubrovnik.
La final había
muerto. Pero los del Adriático son irreductibles. Mandzukic peleó un balón imposible,va
en los genes e intuyó que Lloris recortaría hacia la ribera de su brazalete.Su
preparador, otro arquero notable,quedó marcado por la intuición de Tamudo y el
caño del Toro Aquino.
Pero ya no había
gasolina. Rakitic quiso morir luchando. Pero se desquició y movía con desesperación
su flequillo para aquí y allá. Y
pudieron castigar una mano de Vida, el Puyol rubio.
Lloró El
Principito. El alumno que aprendió a pensar en el colectivo sentado en el
pupitre del Cholo. El que dejó con el vestido blanco y el ramo a su novia de
Barcelona. Su planeta ya no es diminuto. Repele su gafe en finales. Once años
después el balón brillante cambiará de manos.
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