lunes, 26 de febrero de 2018

Los dieciocho

*Mis impresiones de la película Lady Bird


   Una chica normal. Ni guapa ni fea. Con ojos bonitos y petroglifos de granos en las mejillas. El pelo decolorado para llamar más la atención.  Tiempo de descubrir. El primer móvil, casi un localizador que le regalamos al gobierno. La primera calada. El primer trabajillo de verano. Sacar el carnet de conducir. Una revista de adanes, censurada en algún país, para celebrar los 18.

   Una historia simple. Pero empatizas. Ambientada hace quince años. Con la Guerra de Irak como daño colateral.  Lo más interesante  es la relación tirante con su mamá. ¡Menudo cactus!  El origen de la tensión latente de la sanitaria es una progenitora alcohólica y maltratadora.

   Un padre bueno, demasiado, pero empequeñecido a la sombra de su esposa. Accesible y comprensivo. Blando como un osito de peluche.  Se queda en paro y en casa cuesta cuadrar las cuentas. Su hermano tiene demasiados piercings para que lo contraten en un oficio con traje.

   La edad de la tontería.A unos nos costó más que a otros adormilar al pavo.Alguna mentirijilla. Las hormonas botando.  Su primer beso es para Danny; pero cuando ya han bautizado una estrella,candado de amor, descubre que es gay. Su flor se la entrega a un pseudofilósofo anarquista. Pese a relacionarse solo con los libros y la música ya se ha encamado unas “seis veces”.



















   Su mejor amiga no es popular por estar pasada de kilos. La imagen en la adolescencia es el primer mandamiento.  Es fiel y bondadosa. Pero a Lady Bird le tienta coquetear con la peña guay.  A Jenna le faltan solo los pompones de animadora. Chistine recapacita y vuelve al redil.


   Cursa enseñanza secundaria en un instituto de monjas. Crucifijos en Sacramento. Pasan la regla por el largo de las faldas y por el aire calinoso que corre entre las parejas de baile. 

   Su anhelo ir a estudiar a la Universidad a la Costa Este.  Para sentirse adulta. Para manejar su vida. Pero su expediente, con las mates raspadas, no es de oro. Los sueños no caen del cielo.

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